La Fuente de los Deseos utilizada como pileta de natación. Los pájaros espantados por las gomeras y sus piedras. Los árboles dañados. Los bancos rotos. Un paisaje que no es el deseado, pero así tratan algunos a la histórica Plaza Colón.

Cuando el verdor da esperanzas, se abalanza el invierno generado por quienes maltratan a la plaza. Cuando muchos la queremos ver y disfrutar de la mejor manera, otros solo piensan o eligen lastimarla…

Bancos rotos, árboles quebrados, cazadores furtivos de aves en plena tarde desparramando piedras para cualquier lado, la Fuente de los Deseos usada como pileta en los días de intenso calor… un paisaje que no es el que quisiéramos muchos. Un paisaje que quisiéramos recuperar cuando todos regresamos a los recuerdos de un lugar como corazón de la ciudad. Cuidado, lindo, protegido.

Y también disfrutado, aún con el “prohibido pisar el césped”, aún con el sonido del silbato del placero resonando ante la picardía del visitante, aún con lo que no se podía hacer, la plaza era de todos y la usábamos, en cada día de cada estación, con sus cambios naturales y los provistos por la mano de quienes la mantenían.

Luego de ver una plaza triste por muchos años, floreció la idea de un grupo de vecinos que conformando “Recuperemos la plaza Colón” supieron encauzar algunos trámites, proyectos, ideas y mano de obra, para que la querida plaza Colón comenzara a resurgir con sus verdes y sus pájaros y sus citas y sus caminos y sus sombras para ser ese siempre punto de encuentro.

Luego llegó la Fuente de los Deseos desde un proyecto y concreción y mantenimiento de la Empresa Aguas Cristalinas. Y la plaza linda, otra vez. Pero otra vez también, el maltrato. Y la tristeza por verla lastimada.

Uso y no abuso

Usar la plaza es un derecho de todos. Abusar y maltratar este espacio público es un acto del que ojalá no tengamos que volver a hablar, ojalá venga un tiempo de mayor respeto.

Mientras tanto, este verano vecinos enviaron fotos a los medios de prensa mostrando cómo la fuente era utilizada para nadar. “Es una travesura, ¿quien no la hizo a esa edad? Eso me produjo miedo por ellos, bronca por los mayores que estaban festejando lo que hacían e indignación por cómo insultaban a la gente que les llamaban la atención”, manifestaba una vecina que tomó imágenes de lo sucedido.

Varios chicos nadando, zambulléndose en la Fuente de los Deseos como una “travesura’” que conlleva un peligro que -al menos los mayores- deberían tener en cuenta, ya que la fuente precisamente no está diseñada para la actividad de natación, ya que cuenta con un equipamiento y sistema lumínico, como así también rejas, plantas decorativas y demás accesorios referidos al sistema de conducción de agua que pueden ocasionar algún daño físico.

Luego de esa situación, nuevamente recibimos otra imagen, de la cual quien la tomó nos decía: “No me nombren porque me insultaron y cascotearon”, ante su palabra de advertencia.

El Kiri roto

Y sumando abuso de un lugar público, desde la página del grupo “Recuperemos la Plaza Colón” denunciaron la rotura de uno de los árboles que con tanta esperanza se plantó durante el otoño.

“Como en el “Juego de la Oca”… avanzar dos espacios, retroceder tres. Eso es lo que se siente cuando suceden estas cosas”, mencionaban ante lo ocurrido y detallaban: “Durante el verano, entre lluvias y sol, había crecido notablemente este ejemplar de kiri, logrando adaptarse al lugar. Fue uno de los tres árboles que plantamos en este último tiempo, junto con un ceibo y un lapacho rosado. Pero el 8 de febrero nos encontramos con que este árbol donado por vecinos y plantado en mayo de 2018 estaba quebrado a pesar que tenía una estructura que le hacía de tutor y protector. Sin dudas producto de la mano de alguna persona que seguramente no le gustan los árboles. Este caso no es una cuestión de placeros, de cámaras o de cuidadores. Es una cuestión de que en esta sociedad actual, hay personas que se dedican a destruir los espacios públicos sin importarle absolutamente nada. Sólo por diversión, por falta de valores o por maldad. Cualquiera sea el motivo, el daño que provocan duele. Ayer una farola, hoy un árbol, mañana un banco o una estatua. Es la historia a la que no nos queremos acostumbrar al menos todos los vecinos que amamos la plaza Colón”, decían con la amargura lógica.

Amargura que trastocaron en la tarea de intentar recuperar el árbol, realizándole una especie de vendaje para mantenerlo erguido y unidas sus partes dañadas.

Cruzar la plaza cuando hay chicos cazando pajaritos con sus gomeras, es una odisea. Ver cómo amanecen distintas partes de ella dañada, es un dolor inmenso. Saber que el respeto por ese lugar tan querido muchos no lo tienen, hace temblar el alma y no querer pensar en el futuro que se nos viene cuando no hay educación.

La plaza Colón tiene que ser disfrutada de punta a punta y para eso tiene que ser respetada, cuidada y querida por todos.

Nota: Lili Ricciardulli