Los circunda un halo de oscuridad. Los atraviesa la violencia. Los espera la fatalidad en todos y cada uno de sus días como aviso de ese día, último. Entonces viven a pura leyenda. A todo relato. Se eternizan a cada chisme y se proclaman historia. Esos personajes, personas, que se han quedado como parte de los dichos pueblerinos, los relatos de campo, los cuentos que hacen zozobrar las noches, reviven desde las letras de Luciano Cavido, que una vez más, les pone un tiempo nuevo para que de alguna manera, desde las hojas, vuelvan a las andanzas.
Así nació este nuevo libro, “De matreros, historias malogradas” que el escritor lujanense está presentando con ese cúmulo de emoción perenne que lo mantiene de escrito en escrito.
“En 2007 fue “Dialéctica”, en 2010 “Bien vale un verso”, en 2017 “De matreros y otras malas yerbas”, en 2018 “Mis Patrias” y ahora llegó la segunda edición de “De matreros, historias malogradas”.
“Esta es, acaso, la segunda edición de ‘De matreros y otras malas yerbas’, aunque agregué algunos poemas que durante fines de 2018 escribí”, nos contaba el autor, Luciano Cavido, acerca de esta nueva edición. Y destacaba: “Responden a la misma temática, historias malogradas de paisanos y personajes grotescos, malvados y oscuros. Hoy los reúno en este volumen porque ellos me lo exigen. Me han pedido convivir y, por qué no, confundirse unos con otros. Historias que se hermanan en la fatalidad y hasta a veces en el sinsentido. En total, son 32 historias que van desde Bairoletto al Petiso Orejudo, pasando por Don Próspero Moncada -El Comegente-, en donde reflexiono hasta dónde puede llegar una creencia popular, un mito o leyenda de pueblo o bien un chusmerío de barrio”, sostenía el autor de estas historias que reviven la vida cierta o alimentada de irrealidad de los personajes.
No pudieron escapar… de la fatalidad
Con sus oscuridades a cuestas, o desparramándolas a diestra y siniestra, los personajes sufren y hacen sufrir. Y ahí están, como testimonio de un gran arcón de habladurías, revividas por el escritor lujanense en cada uno de sus poemas y relatos.
“Es un libro ficcional, aunque muchas veces partiendo de personajes históricos, como es el caso del poema Juan Moreira (Hombre e’palabra) o como lo demuestra ‘La larga huida de Don Pedro Salvadores’, un unitario que se escondió de Rosas en un sótano de su casa por 12 largos años. Este libro de hombres rebeldes también incluye a mujeres que han padecido violencia extrema como es el caso del poema ‘Visitación Sibila’ (Almita), pero también otras que han ejercido la maldad hasta el tedio. Como lo describe el poema ‘Expiación’, la parca, hombres que juegan a morir, soldados realistas enamorados de criollitas, alcahuetes profesionales, gobernadores dementes, duelos, deserciones, héroes patagónicos, todos con un punto en común, la desgracia, la muerte. Ninguno de mis personajes escapa a un final funesto, es como diría Gabo (por Gabriel García Márquez) una ‘‘Crónica de una muerte anunciada’. Con este libro intento demostrar que escribimos historias de salvajes para convencernos que no lo somos, esta es una fracasada justificación de nuestra civilidad, de nuestras buenas costumbres. Es un espejo contrario que no queremos ver o, peor aún, que no asimilamos. Somos cada uno de estos personajes, somos lo grotesco, lo rebelde, lo salvaje, demostrando así el trasfondo de nuestra solapada vida. En este libro está expuesto el sinsentido de nuestras aceptaciones sociales y culturales. Ellos, cada uno de estas historias malogradas son nuestros silenciosos héroes”, describía con desgarradora síntesis el autor de este libro, editado bajo el sello de “Gráfica Burográfico” en nuestra ciudad, editorial en la que el autor confió en sus dos libros anteriores.
“Es gratificante haber concretado la realización de este libro que ya promete segunda parte”, decía Luciano Cavido. Y ya los matreros y esos otros como mala yerba están cruzando alambrados, escabulléndose en las oscuridades, trajinando sus vidas sobre el andar de la violencia, esperando para accionar inescrupulosos… sin saber que el tiempo los hará vivir una y otra vez, desde la pluma de Luciano Cavido.
Nota: Lili Ricciardulli