Canta el agua viniendo de otro lado. Trae melodías de peces, susurros de patos zambullidores, golpecitos de aleteos de algún ave al ras del agua, sonoridad de viento, chasquidos de lluvias sumadas al caudal acuoso. Tiene sonido y color el río, en una descripción metafórica que es posible. Y también habla en su postal de los descuidos, de la dolorosa contaminación, del augurio de los que toman conciencia, de los que ven y tocan al río sintiéndolo propio, ayudándolo a sanar sus aguas, protegiéndolo desde la educación y la transmisión de valores de respeto a la naturaleza y a nosotros mismos.
Viene el río, está el río. Y para que siga estando y mejor en cada correntada, es que varios vecinos se han puesto a trabajar para que diversos sectores del río Luján sean aptos para el disfrute en familia, con amigos, para el mate y la puesta del sol, para esa tradición de pesca, para el encuentro con la naturaleza, para que sea también punto de encuentro de algún evento en este verano que ya viene, mejorando y protegiendo el espacio de la ribera, zonas específicas que antes eran intransitables y que ahora son una postal para el fin de semana campestre.
En Jáuregui, hasta con noches de cine a la vera del río. En Olivera, con el sueño de contar hasta con una pasarela para contemplar mejor el puente histórico. Y todo desde la tarea de quienes entienden y sienten que al mundo se lo cuida. Y mejora, cada día. Porque no es imposible esa postal añorada del paisaje natural en su más poético esplendor. Y menos cuando la gente con conciencia ambiental y amor por su lugar, andan planeando, haciendo y compartiendo.
En Jáuregui
En la tarde de sábado se descansa. O no. O se encuentra la alegría en trabajar en pos del proyecto comunitario. Por eso corta el bullicio de aves el sonido de la máquina comandada por un vecino que llega a la ribera del río Luján -justo debajo del puente cercano al Estadio Carlos V- y comienza su tarea de desmalezamiento de algunos sectores y mantenimiento en otros por los que ya han estado trabajando para hacerlos posibles del disfrute del rato de pesca, del encuentro con mates, la charla de amigos.
Es así que David Rodríguez -o el Pájaro, tal su apodo-, trabajaba en la tarde del sábado. “Después de mi trabajo me vine para acá para mantener este espacio”, nos decía este integrante del grupo “Inundados de Jáuregui” que han puesto en bellas condiciones un gran sector de la ribera del río en el cual, desde el año pasado, también han organizado la tan linda actividad de cine proyectando en pantalla gigante un film para disfrutar en medio de la naturaleza.
“Lo hacemos todo nosotros. Queremos que la gente disfrute de este lugar, pero hay que cuidarlo. Se colocaron tachos para que se tire ahí la basura, las chicas del grupo de Guías están pintando los postes de los alambrados, tratamos de mejorarlo. Viene mucha gente, gente de otro lado también”, decía El Pájaro y continuaba su tarea hecha a puro esfuerzo y ganas, dejando el paisaje bien lindo para la bien linda tarde del sábado que era disfrutada por amigos, algunos pescadores y familias enteras hasta con sus mascotas que bajaban del auto sillitas en mano y algo rico para compartir.
Y para tener en cuenta: en una de las bajadas hasta hay un puesto de venta de exquisiteces para el mate. Y el pedido de quien cuida el lugar para el disfrute de todos: la basura a los tachos o que regrese a casa.
Así, el río y su ribera, las aves en su cielo, los árboles como custodia del paisaje, siguen y seguirán siendo protagonistas de ojalá una cada vez más hermosa postal. Bien nuestra.
En Olivera
El río tiene un gigante añoso que lo observa y es el antiguo puente de hierro, que fuera declarado en el año 2018 como sitio histórico y zona arqueológica, dados los acontecimientos de los que fuera testigo: la batalla de Olivera en 1880.
Ese lugar preciso que ha cobrado más significancia, quiere estar más apto para la visita y permanencia de la gente. Y para ello, también se necesita que todo el pueblo sea más tenido en cuenta, sea más visitado, esté más valorizado.
Acerca de este proyecto, Graziella Macagno -entusiasta vecina y directora del Museo Donato Macagno del pueblo- nos contaba: “El otro día vinieron los chicos del CENS N° 453 de Olivera y su directora, Verónica Simondi, me pidió para la materia de Historia a cargo del profesor Leonardo Coronel, una visita al Museo Donato Macagno, para una charla sobre la historia de Olivera, Familia Olivera, Batalla de Olivera, inicios del pueblo, qué se hizo para la protección del puente, etc. Hicieron folletería para fomentar turismo, un mapa con lugares patrimoniales de Olivera y lo expusieron luego en la sede de Educación de Adultos que funciona en la escuela Nro 14”.
En esa línea, detallaba: “Les expliqué la importancia de proteger nuestros lugares patrimoniales, para nosotros, por nuestra historia y para lograr desde ahí el Olivera turístico histórico que queremos. Es necesario ponerlo lindo, arreglar todo el lugar, cortar el pasto, sacar acacios negros, hacer una pasarela para que se pase como en el aire, para que puedan acercarse al puente histórico, hacer parillas, lugares para pasar el día. ‘La Taba’ -que es nuestro centro tradicionalista- puede sumar bailes típicos, pruebas de riendas, etc. Y eso sería fuente de trabajo para nuestra gente”.
A su vez, agregaba el entusiasmo de los alumnos de la escuela Primaria del pueblo por sumar tarea para embellecer todo el lugar: “Tienen muchas ideas que quieren hacer posible, a mí me encantaría empezar por el puente y luego pintar los refugios con motivos históricos de Olivera”. Y contaba que el día de la Fiesta de la Pastafrola, una alumna del CENS -Jésica Alejandra- convocó desde su Facebook para organizar una tarea de limpieza en la zona del puente, por lo que a las 7 de la mañana comenzó todo.
“Estuvimos con Jésica, Fernando Moreno que trajo una desmalezadora, Ulises que trajo un machete, yo llevé pala y cuchillos para sacar todo lo que estaba muy cerca del puente para no dañarlo, sacamos tierra de arriba del mismo que ya salía hasta pasto, cortaron todo el pasto altísimo con machete y las plantas de acacios e iniciamos así la primera jornada”. Y de ahí en más se organizó también un grupo en redes para proseguir con la tarea.
“Hace tantos años venimos con este sueño. Fue todo tan lento, con muchísimo sacrificio, trabajo y amor incondicional a este lugar que me abrió sus puertas cuando llegué de la mano de mis padres que me adoptaron cuando tenía 4 años y vi en ellos y en toda esa gente que hizo tantos progresos y luchó por este lugar que comenzó de la nada. Trajeron la luz eléctrica, hicieron la salita de primeros auxilios, la capilla, la escuela, el club, el jardín, protegieron el puente, vi y compartí con esa personas gigantes muchas cosas que admiré profundamente e iba siendo un modelo de progreso, unidad, trabajo para un bien en común. Y seguir sus huellas es una misión”, decía Macagno para reflejar el sueño en la realidad de otro pueblo que ya lo logró: Carlos Keen.
“Que Olivera tenga identidad con el escudo, bandera, fecha fundacional, con el museo, protegiendo nuestro puente, etc. Y trabajar en unidad para que llegue a ser un lugar turístico histórico”, remarcaba. Y dentro del sueño – proyecto, contemplar la posibilidad de restaurantes típicos, oferta laboral para los mismos vecinos de Olivera, mejoras de las calles y demás necesidades y derechos.
La gente está en movimiento. Han puesto corazón en sus propios espacios naturales e históricos y quieren hacer de ellos un tesoro valorado y cuidado. Para que la postal diaria, la que está al alcance de las manos y de los pies, ahí, tan, tan cerquita, sea el orgullo y disfrute de todos.
Nota: Lili Ricciardulli