Se disipa las lágrimas ella misma. Inevitables por el origen de su tarea: continuar con el proyecto y deseo de su hijo Pablo, que partió en noviembre de 1996 y que tenía esa solidaridad arraigada en su alma joven. Se disipa esas lágrimas a mano abierta como caricia y sale. Sale, vestida de risa y magia desde su traje rojo y es un Papá Noel más de esos que tan bien le hacen a la alegría de chicos y grandes, pero este Papá Noel es especial desde su voz que suena como campanita tintineando cuando asoma su -calurosa- barba blanca por el pasillo del Hospital y se encamina hacia el espacio donde está el tesoro más grande: Pediatría.
Allí, va en busca de los protagonistas de sus buenos deseos, esos chicos que por diversas afecciones pasan su tiempo de Fiestas internados en el Hospital Nuestra Señora de Luján y que tienen lagrimitas adheridas al día. Entonces, ahí está la magia y está la tarea especial de este Papá Noel especial: una voz como campanita, un abrazo de mamá que late debajo del traje rojo, una charla de inmenso cariño aunque sea esa la primera vez que se ven…
Griselda es una mamá especial y le sale así, lindamente, ofrecer ese cariño y ese tiempo dedicado a los chicos del Hospital, con esta actividad solidaria que concreta desde hace 23 años, por la memoria de su hijo Pablo, por la tarea de la Fundación que lleva el nombre de ese hijo y que sostiene en actividades porque fue el camino señalado por su “Pablito”. Y que tiene también el apoyo de quienes se suman en donaciones y colaboración para concretar las acciones de amor que Griselda moldea, trastocando el día cuando aparece, en este caso, con el alma de hada latiendo debajo del traje rojo y la barba calurosa.
Siempre agradecida

No ha fallado ni una vez. Nunca hubo la ausencia de esta visita creada por ella en ningún final del almanaque desde aquel 1996. Son 23 diciembres y siempre disipándose sus propias lágrimas, para disipar las de los chicos que ahí, en una cama hospitalaria, la reciben -reciben a Papá Noel- con las manos extendidas para el regalo y el abrazo.
“Un año más… y van 23 navidades que mi hijo, nuestro angel viajero del cielo, llega con su carga de amor inmenso para estar junto a los todos los niños transformando en sonrisas el dolor, en risas el llanto, en sorpresa la mirada y en felicidad imborrable este día”, decía remarcando lo que vivencia cuando llega el tiempo cercano a su visita y cuando la misma se concreta, en renovada emoción.
“Siempre pasan cosas maravillosas, cada año tiene una historia diferente porque hay chiquitos que te sorprenden, hay situaciones nuevas, entonces cada año es distinto inclusive la preparación de los juguetes, siempre hay alguien que te da el envión para comenzar. Muchas veces por situaciones uno siente que te falta el tiempo, que no llegamos, creo que no se va a poder realizar la entrega. Sin embargo, siempre hay alguien que llega a la puerta de casa con una bolsita con mucha ilusión y esperanza de hacer feliz a un chiquito y eso es lo que te empuja a sacar el traje que está guardado en el placard y prepararte”, nos contaba con ese sonido de voz que envuelve de emoción el relato.
“Pablito desde el cielo llega, siempre, de alguna manera siempre llega a tiempo y nos acompaña y nos ilumina y se iluminan todos los ojitos de los chiquitos y todo el Hospital. Cambia todo hasta en la calle cuando vamos caminando y está muy bueno dar esa alegría a la gente en el camino, gente que se quiere sacar una foto, ver la ilusión de los chicos y de los grandes también, porque a todos emociona ver un Papá Noel”, sostenía Griselda, esta mamá agradecida.
“Mil gracias, Dios bendiga a todas las personas, quienes con mucho amor se acercaron con hermosos juguetes que fueron entregados e hicieron posible la felicidad y sorpresa de muchos niños. Gracias a ellos Papá Noel pudo cumplir su misión de amor y entrega. gracias a ellos Pablito desde el cielo tuvo su Navidad feliz. Cada año una nueva historia bajo las alas blancas… puras, con el inmenso amor de quien está en el cielo y regresa para cumplir su misión. Gracias por ayudarnos. Los abrazo con el alma. Los llevo en el corazón”, remarcaba.
La Fundación y Asociación Civil sin fines de lucro “Pablo Gabriel Sánchez Maceratesi” ayuda desde la solidaridad de quienes colaboran y tiene a una mamá apuntalando ese camino solidario. Es una mamá que se disipa las lágrimas, se abraza al recuerdo de su hijo y en su memoria y en el sentirlo presente, por entre otras actividades solidarias, se prende las luces del alma para esta especial de cada año: con la larga barba calurosa, el traje rojo con panza de almohadón, dar un regalo y el mejor abrazo a los chicos del Hospital, los que cuando sean grandes van a recordar que alguna vez los hizo reír un Papá Noel que tenía dentro, un hada.
Nota: Lili Ricciardulli