Nadie la esperaba. Como la postal de la desolación, tanta gente y nadie, a la vez. Todos, muchos, inmersos en las actividades lógicas de una mañana veraniega a plena Estación de Ómnibus, ahí donde resuenan los abrazos, las palmadas a toda espalda, con los deseos del buen viaje.
Ahí donde todos y muchos también reciben a alguien, a algunos, ahí donde se alegran con el rostro querido y extrañado que asoma por la ventanilla y se construye bajo el cielo del reencuentro, el mejor horario marcado por el -ahora en funcionamiento- gran reloj de la Terminal. Y nadie la esperaba.
Descendió con todo su cargamento de años. Ni valijas. Ni bolsito con penas o recuerdos. Ni siquiera algo material que acreditara de dónde era, si había un nombre al que respondiera con la atención de sus orejas, si había comido, si tenía sed. Bajó al cemento de una ciudad que no conocía y fue la soledad que vive en pedacitos en cada y toda la gente, la que se le quedó al lado y le dio el abrazo de bienvenida: bienvenida a estar sola, a rebuscárselas como pudiera, a poner instinto de supervivencia en su máxima capacidad. Bienvenida, sin ser esperada, al destino de la calle.
Alguien siempre los ve
Muchos hacen. Muchos cambian los destinos tristes de los perros abandonados. Muchos aportan manos y corazón. Entonces, la vieron. Pasajera de la nada, para nadie. Alguien le destinó una mirada y la puso en esta telaraña -a veces buena, a veces mala- de las redes sociales. Y entonces, dejó de ser nada o un perro más, para ser la pasajera inesperada, que viajó desde Córdoba a Luján en un colectivo que unió o desunió el tiempo y el espacio.
Ahí entonces, las redes, los medios, como noticia “de color” y también como colaboración ante el hecho, se solidarizaron con la perra Boxer, de avanzada edad, que -según dichos de una pasajera que venía desde Carlos Paz- habría sido subida en Villa María aparentemente porque a alguien le molestaba su presencia en la terminal de aquella ciudad cordobesa.
Sin destino elegido, sin boleto a una mejor vida, sin equipaje de caricias y cuidados, sin ladridos de rebeldía ante el cambio geográfico al que la obligaron, la perra descendió sin ser esperada por nadie ni nada, en Luján. Y luego de la difusión de personas que se involucraron para saber si sus dueños la buscaban, si era de algún lugar de nuestra ciudad, se conoció la forma de su aparición allí y entonces, ahora, se busca ayuda para solventar el costo económico que resulta de llevarla de regreso a su ciudad, ya que hasta el momento se desconoce si tiene dueños, aunque ya existiría una familia dispuesta a recibirla en Villa María, donde esta pasajera especial inició su viaje de más de 500 kilómetros.
“María”, de regreso
Paola Arnijas es la proteccionista lujanense que se hizo cargo de la estadía de esta pasajera, a quien por el momento bautizó como “María” y que ahora es por este tiempo parte de sus 23 animales al resguardo que tiene desde su amor y dedicación solidaria.
“Como toda perra vieja se porta bien, re tranquila, pobrecita, está como asustada por toda la situación que estuvo viviendo, así que bueno, acá estamos”, nos contaba acerca de la nueva incorporación a su plantel de rescatados. Aunque esta última ha tenido la notoriedad de llegar no solo a los medios locales sino a los de su zona de origen, Córdoba.
“El viaje de regreso no lo vamos a hacer en colectivo, tengo una Kangoo, así que voy a hacer el traslado yo, también para asegurarme que la perra tenga un buen destino. Me comprometí desde un primer momento con la empresa que la iba a llevar yo, porque no vaya a ser cosa que la perra llegue allá y termine quedándose en esa Terminal, entonces no serviría de nada todo esto”, decía Paola.
Cabe destacar, que ante lo sucedido -no es usual ni permitido que un animal viaje en un medio de transporte público y, además, sin que nadie se haga responsable de él- la empresa de colectivos se hizo cargo de su atención veterinaria, algo que ya fue realizado y ahora “María”, la pasajera inesperada, está siendo cuidada por Paola.
“Estamos pidiendo colaboración para enfrentar gastos de combustible y peajes, porque hoy para enfrentar un gasto así está difícil”, mencionaba la proteccionista que es conocida desde las redes como “La Gringa Paola”. Y conociendo además de sus tareas solidarias -varias veces hemos difundido sobre las actividades que lleva a cabo para alivio y alegría de gente y animales-, invitamos a colaborar para que estáA historia tenga un buen destino.
De manera que quien pueda y quiera colaborar con los costos del viaje de regreso del animal, debe escribir al Facebook La Gringa Paola. Y también existe una cuenta bancaria: CBU 01400342 03716953196505, Número de cuent 531965/0.
La pasajera a quien no esperaba nadie, espera ahora regresar al lugar del que vino. y espera también que sea una buena y linda vida la que tenga de ahora en más. Porque todos buscamos una bienvenida. Porque hace bien, es lindo, nos alegra, nos cambia el día -y la vida- un abrazo a nuestra llegada. Ella llegó y la abrazó la desolación en medio de tanta gente. Ahora ojalá tenga otra llegada y baje con el pelaje listo para sentir sobre él la bondad humana que claro que existe!.
Nota: Lili Ricciardulli