Tener un árbol… cuidarlo. Tomar dimensión de la importancia que tiene. Y que el árbol nos tenga reunidos bajo su sombra, proyectando sueños desde sus ramas, palpando naturaleza, convocándonos al encuentro de sus hojas y al encuentro de las hojas escritas, aunando sonidos de viento y palabras. Tener el árbol y el deseo de cuidarlo, cuidándonos. Protegiendo su crecer y creciendo nosotros. Tener un árbol como tesoro y atesorando con él el tiempo de mayor base de toda persona: la infancia. Ahí donde se guarda en uno o cientos de ejemplos la manera del intento de la felicidad, siempre. Un árbol y la infancia, como base para lo que se viene.
Hay un pedacito de mundo, en Open Door, donde está ese tesoro. Un ombú añejo, pero no cansado; grande, pero siempre creciendo. Respira y da respiros. Recibe a las infancias para los juegos y para ese momento de quietud siestera. Y está protegido por los vecinos que lograron hace unos años tener la custodia del predio llamado Reserva Ecológica “El Ombú”, donde reúnen a las infancias de ellos mismos y las nuevas. Y donde proyectan ahora darle organización a la actividad de lecturas y juegos, Biblioteca y Juegoteca mediante. Y para eso necesitan la solidaridad de la comunidad.
Hojas verdes, hojas escritas, alegría de juegos
El predio, ubicado en la manzana comprendida por las calles Gorriti, Chaco, Formosa y Echeverría del barrio Luchetti de Open Door, es punto de encuentro de vecinos y están necesitando donaciones para el proyecto. Y parte de la historia del espacio y esta utilización, nos fue relatada por la vecina Ester Carrizo, quien difunde el pedido de donaciones para el logro de la Biblioteca y Juegoteca.
“Desde hace un poco más de tres años, por Decreto Municipal, se dio la custodia de una manzana donde habita un añejo ombú a la Sociedad de Fomento de Open Door, que canalizó el pedido de varias familias que viven alrededor del predio. Por impulso, perseverancia y compromiso se efectivizó esta iniciativa ciudadana”, decía acerca de la concreción de protección y utilización del lugar.
Y agregó: “Ya se venían realizando reuniones de vecinos con actividades impulsadas por la Sociedad de Fomento, que convocó en varias ocasiones al INTA con charlas del programa ProHuerta, entrega de semillas, encuentros de intercambio de plantas y semillas, búsquedas de tesoros infantiles. Y siempre ha sido un punto de encuentro y esparcimiento relacionado a la ecológica y el medio ambiente”.
Pero además, desde la propia mirada de Ester -mamá de Génesis de 6 años y Noah, de 4- llegaron estos pestañeos de posibilidades de organizar las actividades y contar con material didáctico para las mismas: “Yo activo mucho porque al tener dos niños pequeños promuevo actividades sanas en este ambiente natural que estamos preservando y también escucho pedidos de las mamás, tipo ‘Ester, tenés una revista porque a mi hijo le pidieron recortar tal tema’ o ‘tienen que investigar para alguna materia’. Estos pedidos son parte del día a día, y también queremos darle a la Reserva el valor adicional de Centro Cultural, ya que la sombra de los árboles, la calma y el silencio que hay invitan al estudio, la lectura y el relax”.
Apropiarse de la naturaleza desde el más lindo apego a ella y con la certeza de la pertenencia desde el alma. Saberse parte de un lugar de todos, para todos y de cada uno, por lo que el cuidarlo y sentirlo es prioritario. De ahí que la Reserva -en cuyo corazón late la vida de ese ejemplar de ombú añejo, de indeterminada edad, que conserva en su corteza las historias de los vecinos hoy adultos que moldearon sus infancias jugando por entre sus ramas- es un espacio de emotividad.
Y este espacio público, verde, natural, necesita la donación de ciertos elementos para poner en funcionamiento el proyecto de Biblioteca y Juegoteca. “Necesitamos revistas infantiles, de oficios, naturaleza, plantas y huerta. Libros escolares y de lectura infantil o de cultura general. Y juegos de salón para ponerlos a disposición de los visitantes”, detallaba Ester, dejando a disposición varias formas de contacto para quienes puedan y quieran colaborar: Ester Carrizo (2323) 533841 o mediante la página de la Sociedad de Fomento de Open Door o la página de la Reserva Ecológica “El Ombú”, sitios virtuales donde se ve la realidad en fotos y comentarios acerca de las actividades, coordinadas por la Sociedad de Fomento, vecinos y un grupo de mamás que colaboran, protegen y disfrutan del lugar.
“Fue un logro importante institucionalizar la idea y ya establecida queremos darle continuidad para que los vecinos se sigan involucrando. Como se escribió, ‘Lo esencial es invisible a los ojos’: aire puro, napas limpias, cultura y relax para nosotros y nuestros hijos. Es inenarrable expresar qué sentí al tener un lugar así para amamantar a mis hijos, verlos dar sus primeros pasos, ahora jugar con sus amigos, trepar ese majestuoso árbol y escuchar sus sueños… Y saber que se puede replicar este ejemplo”.
Y el relato de Ester, mamá, vecina, alguien que cuida y disfruta de la Reserva Ecológica, dirigía la mirada hacia lo que es urgente y necesario también: “El barrio no cuenta con agua potable y los baños son en letrina, por lo que es fundamental ayudar a depurar las napas de agua que bebemos. Este es el fundamento primordial de la Constitución de la Reserva. Por lo que invitamos a instituciones que puedan aportar o quieran escuchar nuestra experiencia. Como nuestro ombú, extendemos nuestras raíces para el beneficio de todos”, sostenía, al tiempo que dejaba otra idea emotiva y constructiva: “Invitamos a quien quiera sembrar un ejemplar para festejar un nacimiento, un logro o conmemorar el nombre de un ser querido”.
El árbol no está solo. Y con estos proyectos, no lo estará. Hay que acercarle a sus hojas, las de los libros y revistas. Hay que entregarle a sus pies de raíces, las ofrendas de los juegos. Y hay que vivir todo eso. La comunión humana con la naturaleza que nos rodea es raíz de la mejor vida.
El ombú de la Reserva Ecológica del barrio Luchetti de Open Door convoca. Llevemos a sus pies, los nuestros. Y que las raíces de ambos, hagan florecer el mejor tiempo.
Nota: Lili Ricciardulli