Fue la plaza Colón como una vez, hace un poco más de un año, fue la Terminal de Ómnibus. Lugares públicos que en estos casos, dado el cese de actividades laborales -quite de colaboración mediante del personal municipal para tal fin- se encontraban en condiciones tristes, con suciedad diaria acumulada. Espacios que ojalá tuvieran siempre la dignidad de la caricia del respeto: esa caricia que no es otra cosa que no romper, no ensuciar, cuidar para recibir la recompensa que precisamente es contar con espacios públicos lindos y limpios.
Y en medio del siempre anhelo de que todos respetemos los lugares por dónde andamos y estamos, andan y están otros, está la tarea de los empleados municipales que tienen a su cargo ese mantenimiento. Por estos días de reducción laboral en el marco de una conflicto salarial, la falta de tarea se notó y uno de los espacios más visibles fue la Plaza Colón. Y la historia sigue simple: por ahí pasó como tantas veces, Alvaro Cano. Y decidió llamar a algunos amigos para simplemente limpiar la plaza. Y ahí la historia, de simple a grandiosa, porque el hecho de ponerse a juntar papeles, hojas, barrer y embolsar todo, tuvo gran y buena repercusión en la misma comunidad. Un gesto simple, un gran resultado.
A limpiar
La insistencia está en ese sueño: que todos respetemos no ensuciando nuestro lugar -que cuando es público es el mismo de todos-, pero hasta tanto eso no suceda siempre habrá quienes desde su ocupación laboral realicen el trabajo de mantener en condiciones limpias el espacio. Y aquí la circunstancia: quite de colaboración de trabajadores municipales y la vía pública con la suciedad diaria acumulada. Y ahí Alvaro y sus amigos, colaborando en una jornada que comenzó a las 6 de la mañana y que los tuvo barriendo, juntando papeles, diversos residuos, hojas y embolsando todo por las veredas y caminos internos de nuestra querida Plaza Colón.
“No tenemos bandera política, hicimos esto porque yo me alerté de la suciedad que había en la Plaza Colón, ya que por diversas actividades que hago paso bastante por la plaza y la verdad es que me dio una pena bárbara y agrupé esta gente que somos compañeros -una es mi esposa, Rosa Leal- y los demás amigos, compañeros de actividades deportivas entre otras cosas: Leonardo Oliver, Lorena Gobbi y Mauricio Felice. La verdad es que yo ya lo había hecho, ya habíamos hecho esto con mi señora y dos personas más, en esa oportunidad -hace un año y algo más- nos habíamos autoconvocado y fuimos los que limpiamos la Terminal, cuando hubo paro de recolectores de residuos municipales”, decía Alvaro que señalaba que no tenía la información del cese de actividades del sector municipal.
“Esto no va en contra de ellos ni mucho menos, creo que está bien que si hay que reclamar que lo hagan, pero no lo sabíamos. Para hacer esto a nosotros nos motivó el hecho de ser ciudadanos de Luján y de sentir esas ganas de querer que algo cambie. Hay tanta gente diciendo, queriendo proyectar y hacer cosas, pero la realidad es que los resultados tardan mucho. Entonces, el resultado más automático es el de convocarse para poner un poco de nuestras horas de trabajo, de nuestras horas de vida a disposición de los demás, sabiendo que todo lo que uno hace en la vida por los demás vuelve”, mencionaba.
Así que llevaron guantes, escobas, bolsas… y a limpiar. “La repercusión de todo esto fue que hay más gente que se quiere sumar. Me llama mucho la atención la diversidad de personas que quieren ayudar, gente que realmente uno no se la imagina metiendo las manos en la mugre, ensuciándose. Y es gente que realmente quiere ayudar, dar una mano. Me pone muy contento, alegre, feliz la respuesta de la sociedad. Porque cada palabra de felicitaciones motiva y te hace sentir que lo que hicimos no fue en vano, sino que puede quedar como ejemplo que con un poquito de voluntad de cada persona, se puede hacer muchísimo y así es como han crecido los grandes países” decía.
Y reflexionaba: “Los grandes países y las grandes ciudades han crecido así, con la voluntad de todos, con la ayuda de todos, sin esperar de los gobiernos, porque la verdadera fuerza la hace el pueblo, unido, y yo lo que aprendí en este último tiempo de estar en actividades es que más que hablar realmente hay que hacer. Después que lo hacés y tenés la satisfacción de sentirte bien, te das cuenta que no fue nada a comparación de lo que podríamos hacer entre muchos más”.
Y en esa decisión del hacer y en ese ver esta repercusión que tuvo un simple pero tan necesario gesto de colaboración para con nuestra ciudad, es que seguramente tendrán otra jornada, en otro espacio, ya que es extenso el listado de personas que quieren sumarse. Una historia cotidiana, que a veces no abundan. Y que tienen desde el inicio de un gesto simple, la construcción de un gran resultado.
Nota: Lili Ricciardulli