Pasaron cinco años de aquella movilización que quedará marcada en nuestra memoria para siempre, no solo por la masiva expresión de hartazgo hacia los femicidios, sino también porque fue el inicio de un nuevo ascenso del movimiento feminista en la lucha por nuestros derechos.

A partir del 2015, con el movimiento del #NiUnaMenos, los gobiernos -producto de la presión de la ola feminista- se vieron obligados a intensificar la creación de espacios específicos para erradicar la violencia de género y sostenemos que esto es un gran triunfo de la lucha de las mujeres y disidencias. Sin embargo, las partidas presupuestarias siguen siendo de miseria, el presupuesto nacional que se destinan es solo $11 pesos por mujer por año para combatir la violencia de género.

Las mujeres seguimos siendo explotadas y oprimidas, ocupamos los puestos de trabajo más precarizados, percibiendo salarios -en promedio- un 29% menor que los varones. Somos en su mayoría mujeres quienes ocupamos los puestos de trabajo de protección, educación y cuidado, y dentro del personal doméstico; como así también en la atención de mujeres en situación de violencia, dentro de los ministerios, secretarías y áreas específicas, trabajando para los distintos gobiernos (nacional, provinciales y municipales) de manera precarizada y sin derechos laborales.

Hasta ahora en esta cuarentena hubo un aumento del 40% de las denuncias por violencia de género, mientras otros delitos bajaron, menos los femicidios. Frente a esta realidad no hubo por ejemplo un aumento del 40% del presupuesto para la línea 144 que atiende esas denuncias. Ni tampoco hubo una política de evitar esos femicidios, por ejemplo, separando al agresor ya que en la mayoría de los casos, las víctimas ya habían hecho las denuncias previas.

Es parte de nuestro día a día la lucha en las calles y la exigencia a la justicia para que se condene a quienes violentan y arrebatan la vida de mujeres e identidades disidentes, mientras la justicia nuevamente demuestra su carácter machista, patriarcal, de menosprecio hacia las víctimas, y que sólo actúa cuando existe la presión del movimiento feminista.

Rechazamos las libertades condicionales a violentos, femicidas, abusadores y violadores.

En el día de hoy, en una nueva jornada por el #NiUnaMenos, la pandemia no debe callarnos, los barbijos no son mordazas, las mujeres y disidencias debemos gritar nuevamente que paren de matarnos porque la violencia de género y los femicidios no entraron en cuarentena, sino que al revés, aumentaron con el encierro.

(*) Daniela Cooper es docente, referente de Isadora – Mujeres en Lucha y dirigente de la Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT-U)

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