No hay imágenes… tan solo la del ingreso al barrio para graficar la nota. Las fotos pasan por ese espacio sostenido en los párpados que abren y cierran secuencias imaginables cuando alguien relata una situación determinada.

No hay fotos, entonces. Hay una catarata de instantáneas sensaciones que podrían pintar exactamente tanto color óxido de esta historia. Porque el óxido no solo está en los árboles como señal de otoño, sino que está en los días descascarados que hieren chapas y fierros, en ese pedacito de mundo que es apenas su refugio. Un huequito allá por el barrio donde las pocas y oxidadas chapas son el hogar de ellos.

No hay imágenes, quizás, porque ha llegado el momento de quitarle validez al que si los ojos no ven, el corazón no siente. Acá no hay imágenes pero el corazón se moviliza para moldear un alivio material que se construye uniendo partes con el pegamento indispensable, para que todo lo construido sirva: solidaridad, compromiso, mirada atenta, latidos a la par.

Eso se necesita en esta historia y se necesita hoy. Porque ayer ya tuvieron incertidumbre, hambre, dolor, frío. Mañana quizás se pueda cambiar definitivamente la realidad de ellos y de muchos. Pero hoy… hoy sin más vueltas, sin porqués, sin conjeturas con desconocimiento de analizar este ahora de esta familia y el por qué llegaron a este extremo de necesidades, hoy hay que ayudar. Hoy, es hoy necesariamente.

Refugio como abrazo

Será como construir entre muchos, un abrazo. Cada chapa, cada ladrillo, cada poste, alambre o lo que sea que sirva para armar una mejor casa, será un abrazo sostenido que como ronda gigante y fuerte, ampare a estos cuatro pequeños y su mamá, que hoy -hoy- están casi a la intemperie, transitando un tiempo de cuarentena con nada de lo que otros tenemos.
Con todo para necesitar. Con una espera de mejores tiempos que ¿vendrán?, que ¿serán realmente mejores para ellos? Sostenidos en este almanaque que empuja fríos que están ya llegando, ellos erguidos o amuchados, encorvando pesares o apretando puños como si así el frío no se les metiera hasta por las manos, así, a palmas abiertas también como si le asestaran un stop a la tristeza… así están ahí en el barrio Los Lureles. Y para ellos, hoy -hoy- es este pedido solidario.

La mamá, consciente de las necesidades de muchos otros y para no recibir donaciones de más, le mencionó a quien contactó a LUJANHOY que ha recibido la donación de ropa y calzado, como así también la ayuda en lo alimenticio desde el Consejo Escolar, por lo que el pedido de urgencia se basa en:

– Frazadas
– Ropa de cama
– Colchones
– Un envase de garrafa
– Materiales de construcción: chapas, cemento, arena, ladrillos, aberturas, maderas

Todo lo que sirva para que el apenas refugio donde transitan su tiempo, esté acorde a la realidad invernal que llega, con pandemia incluida.

Lo que sea, para tal efecto, sirve. Ella misma se encargará de construir lo que pueda y seguramente que lo primero que quitará es un pedazo de colchón viejo que está colocado tapando el cielo de ese espacio destinado al baño. ¿Se necesita foto para imaginar eso?

No hay imágenes impresas. Desenmascaremos al refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”. Si sentimos, en algo podemos colaborar. A todos la realidad nos golpea a veces con el puño cerrado, pero muchas más veces tenemos cómo esquivar, tolerar, modificar, evitar ese golpe. Hay gente que no. Y hoy, necesita.

El pedido tiene fecha de hoy. Hoy es cuando se lea esta nota. Hoy es cuando nos salga un sonido de suspiro doloroso por entre los dientes, aspirando aire y pensando en cómo esta familia lo está pasando. Hoy…

Por eso, para contactarse personalmente hay que acercarse al Jardín de Infantes N° 929, ubicado en la calle Júpiter 460, los martes y viernes de 10.30 a 13.30. O se puede llamar al teléfono (2323) 208222.

La urgencia está ante y dentro de esas chapas. Es hoy. Hoy…