Debo comenzar esta columna, comentando que tuve de profesor de derecho penal al actual presidente de la Nación, en el pasado recuerdo contarlo con cierta connotación positiva, hoy realmente, viendo las decisiones y el rumbo del país, y el atropello a la Constitución Nacional Constante, me ha llevado a comentarlo con bastante vergüenza y bronca.
El recuerdo se da por una circunstancia particular, si bien lo tuve 6 clases, en una materia anual, en la cual quedé libre al terminar el primer cuatrimestre, y que la mayoría de las clases estaban a cargo de otro profesor, es imposible de olvidar por la forma particular en que aprobé la materia rindiendo de manera libre un 19 de diciembre del 2001. Si, el día que declararon el estado de sitio en la República Argentina, y un día antes que renunciara el Presidente de ese Momento Fernando de la Rúa.
Recuerdo como si fuera hoy, que me tomé el tren de la línea Sarmiento a Moreno, y después Moreno – Once para rendir, en una época que no existían los celulares, y no te enterabas de nada en el camino, además que ese día en particular no había llevado mi walkman para repasar en el viaje y no escuche la radio como acostumbraba. Cuando llegue a la Facultad, los profesores de la mesa me anoticiaron que habían declarado estado de sitio, y que se posponía la fecha de la misma, así y todo, el que quería rendir podía hacerlo. Yo mientras pensaba cómo iba a volver a Lujan, decidí rendir, siendo el único, y explicando de corrido todas las bolillas de teoría del delito que había explicado Alberto Fernández, en sus clases. No podía creer que había aprobado, mientras tanto afuera, se caía la Argentina a pedazos.
De ese Profesor al cual le guardaba cierto cariño y que saludaba para el día del Profesor por Twitter (motivo por el cual el actual Presidente de la Nación me sigue en esa red social), no ha quedado nada. Sería muy extenso contabilizar las contradicciones de Alberto, no solo por ser una persona que marchó contra el intento de reforma de la justicia de Cristina Fernández de Kirchner en el 2013, y que ahora apoya dicha reforma, además de despotricar “Contra los que gritan”. O los ya recordados videos de Alberto defenestrando a Cristina por el Memorándum de entendimiento con Irán.
Sin lugar a dudas, el proyecto de reforma Judicial de los Fernández se realiza en el momento menos oportuno, cuando llevamos más de 150 días de cuarentena boba, con comercios cerrados y Pymes en banca rota, con números de pobreza y desocupación escalofriantes.
Nadie dice que no hay que discutir una reforma judicial integral en la Argentina, pero no de este modo, ni en este momento. No es por Decreto que se hacen estas reformas, y menos con un Consejo Consultivo que integran los doctores Carlos Beraldi y Carlos Arslanian, abogados defensores de quienes buscan desesperadamente la impunidad.
La reforma que los Fernández buscan llevar a cabo, en nada le mejora la vida a los ciudadanos que buscan celeridad y justicia en las causas.
¿Cuál es el Sentido de Unificar los fueros Criminales, Correccionales Federal y Nacional en lo Penal Económico, bajo la denominación de fuero Penal Federal, en este momento? ¿En que beneficia a la gente crear CINCO (5) Tribunales Orales en lo Penal Federal? ¿Y el de nombrar 23 jueces subrogantes, sin estabilidad?
Queda claro que la Reforma Judicial de los Fernández está hecha a medida de Cristina Fernández de Kirchner, quien desesperadamente busca lograr su sobreseimiento, cueste lo que cueste, sin importarle si se lleva puesto a Alberto Fernández en el intento. Y es por eso que, en plena pandemia, presentan un proyecto de reforma que solo afecta a la Justicia Federal de “Comodoro Py”, la que lleva adelante las causas en la que se encuentra imputada ella.
Y como si esto fuera poco, y no bastaría con lo absurdo de la reforma, la semana pasada en el Senado de la Nación agregaron una clausula más que llamativa, introducida por el senador Oscar Parrilli ¿Se acuerdan de Oscar Parrilli?, el de las escuchas que era maltratado por Cristina, la cual establece que se debe “Comunicar en forma inmediata al Consejo de la Magistratura de la Nación cualquier intento de influencia en sus decisiones por parte de poderes políticos, económicos o mediáticos, miembros del Poder Judicial, Ejecutivo o Legislativo, amistades o grupos de presión de cualquier índole, y solicitar las medidas necesarias para su resguardo”. Una Clausula que denota la intención de manejar a los Jueces, para que pierdan cualquier sesgo de independencia si fallan fuera de lo que ellos pretenden.
La ciudadanía se expresó como nunca, y limitada por una pandemia, el 17 de agosto contra esta reforma, lo que evidentemente enfureció a la actual vicepresidente que busca su reivindicación en la Justicia, por medio de una reforma totalmente inoportuna, a medida y a pedido de ella.
Mientras tanto, para intentar frenar esta reforma, han vuelto a convocar una vigilia por la Democracia, en un abrazo al Congreso, cuando se trate este proyecto de Reforma Judicial en la Cámara de Diputados. Hay personas que ya han perdido parte de sus libertades, sus comercios, sus trabajos, inclusive a familiares cercanos. Pero que no están dispuesto a perder la República, por eso se espera que el pueblo vuelva a salir para frenar este avasallamiento a la Constitución Nacional y a las instituciones.
En lo personal, espero que Alberto Fernández recapacite, se de cuenta que la gente no la está pasando nada bien, que esta reforma en nada ayuda y que no hay consenso popular para llevarla adelante. Y que se acuerde de cuando enseñaba en las aulas de la Facultad de Derecho a respetar y hacer respetar la constitución Nacional.
(*) Jeremías Rodríguez es abogado y referente de la Coalición Cívica ARI de Luján
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