Los ribetes blancos como copos de azúcar de su impecable traje negro o la blancura del atuendo optativo, marcaban la postal de la esquina elegida: San Martín y Padre Salvaire. Allí, a pura manija del instrumento tradicional, “Cherry” vaticinaba los días por venir.

Y no importaba la creencia, la religión, la certeza del augurio o la no coincidencia, si es que no se asemejaba en nada ese presente y su futuro escrito en apenas un pedacito de papel con la historia de quien se acercaba a recibir la mirada del tiempo venidero. Porque en realidad la magia, el atractivo, la alegría estaba ahí, ante esa música de organito, con esas dos verdes cotorras inseparables que extendían su patita para ofrecer el futuro signado en el papelito que entregaban a quien, a cambio de un cierto precio, le daba sustento de trabajo a quien hacía girar la manija y el mundo. Entonces, tenía sonido a domingo, siempre.

Un funyi le daba sombra a la cabeza y el traje, chisporroteaba pinta en la zona histórico basilical de nuestra ciudad. Ahí, formando parte de los atractivos turísticos, “Cherry”, el llamado “ultimo organillero” dada la actividad laboral que tenía desde hace décadas: un organito a manija, con la musiquita sonando y un par de cotorras que “adivinaban la suerte” o más que eso, “pronosticaban el futuro”. Todo un símbolo “Cherry”. Toda una atracción.

Supo andar por el mundo. Supo ser entrevistado por diferentes medios de comunicación que lo mostraban como un personaje colorido del siempre turístico Luján. Bajo el gobierno de Oscar Luciani, allá por 2012, fue contemplado para recibir el reconocimiento de “Ciudadano Destacado”, siendo su instrumento nombrado “Patrimonio Cultural” y su oficio de organillero de “Interés Municipal”.

El Decreto sostenía razones como: “Pertenece a nuestro Patrimonio Cultural y su singular sonido musical, junto con Juanita y Toto -las dos cotorras- embellecen, particularizan nuestra histórica plaza Belgrado y el propio centro basilical (….)”

Son muchos los personajes nacionales e internacionales, políticos, sociales, empresariales y castrenses que han solicitado oportunamente,una foto con Hugo Damonte -“Cherry”- reconociendo en él un verdadero y notable personaje”.

Hoy, luego de estar internado durante varios días en la Clínica San José Obrero por cuestiones de salud que se desconocen, “Cherry” falleció a los 77 años, dejando el recuerdo intacto de su musiquita, la estampa y el futuro vaticinado desde las patitas de las tradicionales cotorras.

Un poquito menos de color

La Plaza aún está dormida, detenida en este tiempo de cuarentena que frenó risas y encuentros. Para cuando despierte, para cuando el movimiento vuelva, le faltará un poquito de color y esa esquina será el recuerdo de “Cherry”.

“Todo el grupo de trabajadores de la plaza Belgrano está triste por esta noticia. Somos muchos y algunos estuvieron tanto tiempo junto a él. Los más viejos recordarán cada momento vivido y los más jóvenes escucharán las historias”, decían sus amigos y compañeros de la zona turística, que desde la Agrupación que conforman, junto con la Asociación de Santeros, despedían con esas palabras a “Cherry”. Y agregaban: “Nuestro más sentido pésame y… hasta siempre”.

Siempre. Esa palabra es y será ese recuerdo de la vereda de la calle San Martín o la esquina elegida con un futuro escrito en un pedacito de papel. Ahí los días tendrán un hueco sin esa presencia. Faltará el destello de su chaleco rojo y la prestancia de su traje negro blancamente ribeteado. Sin embargo, el recuerdo del organillero pondrá a andar el sonido. Porque los recuerdos también se escuchan. Y “Cherry”, ahí, los dejó como musiquita en el aire de Luján.