Aquella vez, cuando todo también dolía, hubo brazos de otros para el sostén. Manos apretando fuerte y en comunión con otras manos. Hubo tiempo de trinchera compartido, verse ojos a ojos, ahí, al frío del sur, al dolor de la guerra, a lo poco material que se tenía repartido para alivios en conjunto, para saberse sobre el mismo terreno patrio defendido en la misma línea de combate. Aquella batalla de valientes, que terminó pero se hace perpetua en cada gesto malvinizador para sostener siempre la bandera de los derechos, del amor a lo que se siente y sabe propio de nuestra tierra, sigue siendo símbolo vivo en cada veterano de Malvinas que sigue enarbolando bandera en cada acción solidaria , en cada tiempo dedicado a ofrecer testimonio y mensaje del tiempo de guerra, para que no vuelva, para saber siempre que desde la paz todos los caminos llevan al mejor tiempo.
Hoy, un héroe de nuestra Patria está ante otra batalla, pero esta vez…solo. La trinchera es su deseo de sobreponerse, de salir caminando de esa habitación donde pasa su internación y hacer flamear la insignia que diga que todo pasó para volver a estar en el camino malvinizador por el que andan sus pasos desde aquella vez cuando regresó del frío del sur…
Julio Mena -miembro del Centro de Veteranos de Guerra- y parte de la Sala Permanente de Malvinas, se encuentra internado debido a su diagnóstico de Covid-19, en un sanatorio privado de nuestra ciudad.
Ahí, a trinchera fuerte y apostando cuerpo y alma, se mantiene en batalla contra esta pandemia y levanta la bandera como saludo, como mensaje de lucha, como testimonio de esperanza.
“Hola, buen día amigos de la Sala Permanente de Malvinas Luján, soy Julio Mena, acá me encuentro internado hace unos días con Covid y luchándola. Gracias por tanto acompañamiento”, decía desde su mensaje en las redes, acaso un espacio virtual de necesaria cercanía en estos tiempos.
Volver a Malvinizar
Con la meta clara, de decisión permanente de continuar con su tarea de no permitir el olvido ante la gesta y causa Malvinas, Julio desde su internación le contaba en esta charla a LUJANHOY: “Estoy desde el lunes pasado con Covid y desde el jueves internado. Yo era y soy consiente de que me podía pasar ya que soy persona de riesgo con diabetes y soy insulino dependiente”, decía como datos para estadísticas de las causas de haber llegado a esta instancia de la internación y no poder continuar con el aislamiento en su domicilio.
“Esto empezó con un estado gripal, a los tres días cambió el síntoma y empecé a quedarme sin aire para respirar, me ahogaba y ahí ya para la Clínica. Fui conectado con oxígeno y medicación inyectada por suero sólo con otra persona que tiene lo mismo. Es un momento difícil el no poder respirar”, relataba Julio.
Y agregaba: “Tengo el legado más importante que un hombre puede tener: estar siempre al servicio de la Patria. Y por el honor de quienes entregaron la vida por ella, voy a seguir Malvinizando”, sostenía como si sus palabras fueran verdaderamente parte de un mástil, una soga y el pabellón flameando en vientos de permanente honor, soplados por la voz de Julio, que como sus compañeros Héroes de Malvinas, saben que su legado será para siempre.
“Esto ya va a pasar, agradezco a la gente por todo el acompañamiento que me está haciendo. El ‘bicho’ está en todas partes. A cuidarse todo lo que se pueda”, remarcaba como repartiendo porciones de deseos de buenos augurios. Y añadía: “Estoy muy bien atendido en la Clínica Güemes y los médicos dicen que voy a salir”.
Desde esta nueva trinchera y ante esta nueva batalla, Julio soplando el pabellón de su alma enarbolada a todo celeste y blanco, pronunciaba: “Viva la Patria! soy un soldado y la voy a pelear hasta el último día de mi vida. Pronto voy a estar de vuelta en la calle Malvinizando”… Y resonaba desde cada letra el saludo como fin de la charla: “Viva la Patria, viva Malvinas!”
Entonces, la habitación seguramente tuvo otro aire. Se hizo viento adentro y movió la esperanza para que sepa que no está solo. Él, como todos y cada uno de los internados a los que por razones de contagio no se puede visitar, tienen un pueblo que los espera, que los acompaña desde la lejana cercanía. Porque si hay algo que no se puede en estos tiempos es estar al lado. Y si hay algo que debemos hacer en estos tiempos es crear una nueva cercanía, a cada día, a cada rato, de la manera que salga y se pueda… estar cerca.
Ya una vez ellos estuvieron al frío del sur, acompañándose entre sus mismos miedos y valentías. Y si se levantaron fue porque compartieron pedacito a pedacito su fuerza. Hoy, como aquella vez con aquellas cartas que llegaban al barro y a los vientos, este Veterano necesita el buen augurio de todos. Un buen deseo, una palabra de acompañamiento para que le llegue a la trinchera donde solo, le hace frente a una nueva batalla. Que flameen ahí todas las banderitas celestes y blancas, movidas por el corazón de toda la comunidad lujanense. Y claro…Viva la Patria!