Cuál será la razón… el motivo… lo que les queda… cuando se rompe entre sus manos algo de todos, cuando salen rayones como relámpagos para que en esa centésima de segundo lo limpio quede sucio, cuando algo se quiebra y cae y con mucho o poco estruendo deja evidencia que ya no sirve, que ya no se podrá disfrutar, que ya no estará ahí, que el esfuerzo de quién o quiénes pusieron ganas, tiempo y solidaridad, quede como resoplido de tristeza, empujón para quedar con la mirada hacia abajo, pensando y repensando ese o esos porqué.
¿Por qué? Por maldad. Ni diversión ni travesura. Maldad. Nada les sirve de una estatua rota. Algo que un artista creó, algo que puso sello y tradición a ese pedacito de pulmón de nuestra ciudad, algo que demandó esfuerzo para la revalorización material…roto por la mano de la maldad.
La estatua “La Dama del Agua”, que Esteban Pontaquarto recuperó en novieembre desde su decisión y esfuerzo y desde su tarea como miembro de la Asociación de Amigos de la Plaza Colón, volvió a ser vandalizada.
Se rompe y duele
El yeso blanco sufrió pintadas. Que dolieron. Luego el robo del cordón delimitante, que también dolió. Y ahora ese yeso resquebrajado muestra la ausencia de una parte de la escultura…y duele. El vandalismo siempre duele.
‘He llegado a la conclusión que por mas ganas que uno le ponga, hay gente que está empecinada con destruir el espacio público. Horas, días de trabajo tirados a la basura gracias a la malicia del o los inadaptados que se robaron la soga del cerco perimetral de la estatua y no conformes con ello, arrancaron la mano. Después de muchos años de trabajar por la Plaza Colón, por primera vez me estoy replanteando si sigo o doy un paso al costado…”, se expresaba el vecino siempre comprometido con los espacios públicos, manifestando su tristeza y bronca acerca de la violencia ejercida sobre esta escultura que se encuentra en el corazón de la plaza desde hace muchísimos años y que a fines de noviembre de 2020, en un proceso de restauración con el fin de reconstruirla, ya que en los años 2018 y 2019 había sido destruida en un 60%, ahí estuvo Esteban, recuperando esos hierros de armazón, rellenando con cemento, moldeando en yeso, colocando enduido y pintando a “La Dama” en una tarea de la que en su momento destacó que resultó más dificultosa darle sensación de vida a la mano. Esa mano que hoy, los vándalos destruyeron.
“Son tantas palabras que se me vienen a la mente que no se qué decir. La estatua duró restaurada poco más dos meses aunque en realidad tuve que pintarla en dos oportunidades ya que la habían escrito”, nos contaba Esteban ante lo sucedido.
“Hace unos días, la Municipalidad colocó postes alrededor para que determinemos el cerco. Un ferretero vecino donó 10 metros de soga. La colocamos y pusimos un letrero que decía ‘No traspase el cerco’. Pero luego corroboré que ya la soga no estaba por lo que iría a comprar una nueva. Pero volví y ya el daño estaba en la estatua. Arrancaron la mano, justo la parte que más costó hacer debido a los detalles”, señalaba para con la certera angustia y bronca, sumar: “No es ‘la gente’ como a veces se suele decir. Son unos pocos estúpidos que no entienden nada, que poco saben del valor de la plaza. Son los mismos que con una gomera rompen las farolas como si fuera una gracia. Acá lo que duele es la carencia de valores, en lugar de disfrutar la plaza, se opta por romperla. Les pedimos encarecidamente a las autoridades que si la idea es embellecer la plaza, no existe otra posibilidad que la de poner vigiladores”.
Una mano de yeso nos muestra esto: la tan triste realidad que nos señala que lo público siempre está a merced de la maldad de pocos o muchos.
Hoy la plaza otra vez, está triste.