Estalla en colores la esquina: azules, rojos, naranjas, amarillos, verdes, todos son destellos que hacen que quien pase por el lugar, mire y vea no solo lo que a simple vista el ojo humano advierte: un corazón metálico que a modo de contenedor rebalsa de tapitas de plástico, sino lo que no se ve pero se percibe como gesto de esperanza: por cada tapita colocada allí, menos dolor de contaminación para la Tierra toda, nuestra casa toda.
Y más conciencia ambiental, algo que necesariamente tenemos que escribir y reescribir en la agenda cotidiana, porque la pequeña acción de colaborar para el reciclado, será el gran resultado del mañana, ese mañana que empieza ya mismo.
El proyecto de construcción que comenzara con los cortes del material utilizado, las chispas de la soldadora y las pinceladas rojas sobre el formato, quedó en espera de su finalización cuando en marzo de 2020 llegó la Pandemia. Casi un año después, finalmente el contenedor fue colocado en San Martín y Rawson y comenzó a llenarse del buen deseo de un mundo más limpio y sano.
Y qué mejor que empezar por casa! De manera que felizmente vemos a diario cómo la gente se acerca y deposita allí las tapitas plásticas que luego serán entregadas a las entidades o instituciones que las requieran para campañas benéficas.
¡Y se vienen dos más!
Repercusiones de los latidos de colores
Llama la atención y suma a la concientización. El proyecto invita a grandes y chicos, vecinos, visitantes, colegios, como en este caso, alumnos del Colegio Montessori que investigaron acerca de la contaminación del plástico, para luego acercarse a dejar las propias tapitas recolectadas.
“Según el ranking de contaminación plástica del mar publicado en la revista Science en 2015 y realizado en 192 países costeros, la Argentina ocupó la posición 28. ‘Más del 80% de los residuos censados durante los dos últimos años en la costa bonaerense son plásticos’, asegura Verónica García, responsable del Programa Marino de la Fundación Vida Silvestre.
“La falta de sistema de filtrado de ciertos pluviales que desembocan en el mar, especialmente en Mar del Plata, es otro factor sobre el cual alertan las organizaciones. Botellas, bolsas, tapitas y sorbetes son la basura protagonista de las mismas playas donde veranean miles de argentinos. La cifra es alarmante: si no hay un cambio profundo, para 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos”, mencionaba el párrafo investigado por la alumna Bianca.
Y agregaba detalles del beneficio del reciclado: “Los beneficios de reciclar plástico son muchos, estas son tres de las razones por las cuales se debería reciclar plásticos:
– Muchos basurales incineran plástico para ahorrar espacio, lo cual libera toxinas al aire y lo contamina. Podemos decir entonces que el reciclaje ayuda a disminuir la contaminación.
-El reciclaje requiere de un 12% de la energía que se requiere para crear plástico a partir del petróleo, por lo que es más barato reciclar que fabricar plástico nuevo.
-El plástico reciclado se puede convertir en muchas cosas nuevas, lo que nos permite conservar los niveles de petróleo”.
Se trata de una interesante recopilación de datos a los que otro alumno, Joaquín, sumaba: “Con el dinero recaudado se puede ayudar a Hospitales, hogares de ancianos, comedores infantiles, refugios de animales, orfanatos, escuelas rurales. También se puede ofrecer a familias con niños enfermos para que puedan pagar sus tratamientos. Se pueden comprar alimentos y ropa para las personas que viven en la calle. Mi propuesta es que cada uno desde sus hogares nos tomemos muy en serio la tarea de separar la basura para luego reciclar. Nosotros lo hacemos y los trabajadores de Usina Eco retiran nuestros residuos ya separados”.
“Otra propuesta es empezar a consumir menos cantidad de productos alimenticios cuyo envoltorio es de plástico. Reemplazarlo por alimentos envasados en vidrio o cartón. Leer las etiquetas de la ropa que nos compramos y elegir aquellas que tienen menos plástico. Otra propuesta sería que los supermercados entreguen cajas de cartón para llevarnos la mercadería y no bolsitas porque, aunque las cobran, la gente las pide igual. Comprar botellas retornables”.
Que los chicos se involucren en el tema, ya es el éxito de la propuesta de este corazón que recibe tapitas y nos pone latidos de conciencia.
Dos corazones más
Acerca del proyecto, José Neto expresaba que “lo que es la construcción lo hago yo en mi casa, pero estamos los dos en el proyecto. Él fue el de la idea”, decía refiriéndose a Rober Rivas. Y agregaba: “Terminando este que estoy haciendo ahora, voy hacer otro con el que vamos a ir unas horas a los barrios, una vez por semana”.
O sea, se viene el segundo corazón en la Plazoleta Antigua Estación Basílica -que será instalado en esta próxima semana- y uno más que en modo itinerante recorrerá las calles para recuperar esos pequeños latidos de colores que si no se los tiene en cuenta, pueden convertirse en lágrimas para la salud ambiental.
Cada tapita entonces, puede ser el color del reciclado que la Tierra toda, necesita. A colaborar!