El Maestro Golía en abrazo musical con el Maestro Mario Mancuso, creador de los Encuentros Corales Bonaerenses.

Alguna vez, hace 30 años, la varita del Director tintineó sobre el atril. Quizás como mágica llamada que se expandió por la zona como si fuera un pentagrama que sobrevolando el día, envolvió las almas de aquellos que sentían que su voz necesitaba música.

Esa varita tintineó varias veces más y fue la partitura la anfitriona de la reunión, entendida, vivida y transmitida por aquel Director junto con aquellos coristas que se encontraron en cada uno de sus lugares…sopranos, contraltos, tenores y bajos para darle la melodía particular a la melodía general y ser y hacer un…coro.

Y en esta historia, el querido Coro Polifónico de la Universidad Nacional de Luján que este 29 de junio cumple su 30° aniversario.

Historia entonada con amor

Sigue resonando la varita y la partitura se abre para vivir nuevamente en cada sonido. Y cada sonido viene de hace todo ese tiempo, ese de historia de esta agrupación coral que recorría en este resúmen de palabras y emociones, el Maestro Diego Angel Golía: “Llega junio y con él los primeros fríos, llegamos a mitad del año, pero para quienes formamos parte del Programa Cultural ‘UNLugar para compartir’ no es cualquier mes. Junio representa el nacimiento de uno de los Elencos Estables mas viejos de la Universidad. Un 29 de junio de 1991 se llevó a cabo el primer ensayo del Coro Polifónico UNLu. Si bien la primera presentación fue varios meses después en actos internos y los primeros conciertos se realizarían mucho mas adelante, junio marca un hito en la vida de nuestro coro”, menciona el Maestro.

Y sumaba detalles de la historia: “A partir de 1994 el coro ingresa en el circuito de los Encuentros Corales Bonaerenses que promovía el gobierno de la Provincia de Buenos Aires a través de la figura del Maestro Mario Mancuso. Con los años, Mancuso se transformó en mucho mas que un mero organizador de encuentros corales. Fue nuestro mentor y quien nos enseñó todas las cosas que deben ocurrir en la organización de un encuentro coral. Tuve la suerte de transitar durante algo más de 20 años estos encuentros y de sembrar grandes amigos. Coros y directores que luego de esos encuentros organizábamos uno entre nosotros para cantar algo más de 3 obras, que era la imposición de los encuentros bonaerenses”.

Integrantes de otras etapas, siempre ante la felicidad de la música.

La música siempre, la que resuena entrando por cada poro de la piel, como destino. “Lamentablemente dejé la dirección por razones de salud en 2008, pero no abandoné el camino. Seguí acompañando al coro durante todos estos años”, señalaba Diego que vivencia esta pasión de manera cotidiana.

Y agregaba: “De aquellos encuentros bonaerenses surgirían años más tarde encuentros corales universitarios, encuentros con coros de otros países, lo que nos permitió viajar varias veces a Uruguay en el marco del hermanamiento cultural firmado entre la ciudad de Luján y Colonia del Sacramento. Otro hito lo constituye el repertorio que abordamos desde el comienzo uniendo nuestro folklore con las obras clásicas para coro. También los sinfónico corales, es decir las obras para coro y orquesta. Hemos presentado Misas de Mozart, obras de Guastavino para coro y orquesta y nuestro monumento coral que es la Misa Criolla y Navidad Nuestra en estos 30 años de canto coral”.

La partitura única: el corazón

Ahí está y ahí resuena. Se nutre de latidos como el ritmo a seguir y hace circular por las venas del canto, cada melodía. Y para Diego Golía, todo sigue siendo parte de la vida misma: “El coro se transformó en mi forma de vivir. No puedo pensarme sin pensar en el coro. A pesar de no estar al frente desde 2008 todo lo que hice después de esa fecha fue pensando en cómo seguir ligado al coro. A partir de 2004 cuando la enfermedad estaba bastante avanzada comencé a preparar mi despedida. Armé un archivo de más de 2000 obras corales en formato digital para la persona que continuara al frente del coro, con repertorio similar al que veníamos desarrollando. Ese trabajo me llevó 4 años. Fue preparar mi despedida”.

Y recordaba que “a partir de 2009 comencé mi carrera de Técnico Superior en Gestión Cultural, precisamente para poder Gestionar al Coro. Sin querer hoy el coro es un elenco más de algo tan importante como es el programa cultural ‘UNlugar para compartir’, con espacios y elencos estables de primer nivel. Sigo emocionándome cuando escucho al coro, sigo dirigiéndolo interiormente en cada una de sus presentaciones. Hoy por suerte mi hija Clara sigue mis pasos y está estudiando dirección coral en el mismo lugar donde yo estudié. El coro no es un pasatiempo, es una forma de pensar la vida”, remarcaba.

Y la vida, en la que necesitamos cada vez más todo aquello que la conforme y solidifique desde lo emocional, tiene este Coro. Tiene el recuerdo de las voces de antes y la melodía de las de hoy. Tiene a un actual Director -Sergio Kovachevich- que sigue tendiendo un puente para todo lo emotivo llamado partitura. Sigue el Coro Polifónico Unlu siendo melodía para los mejores días.