Traen un pedacito de cada lugar, en sus propias pieles. Ella en su pelaje, él en su humanidad. Se conocieron en Perú, cuando la perra sobrevivía por las calles. Él supo enseguida que podría darle lo que le faltaba, un lugar, que a la vez, son muchos. Muchos lugares para el lugar de la unión que tienen.
Aníbal y Yeca se encontraron y desde entonces encuentran sus días a toda aventura: camino tras camino, rodando en bicicleta, haciendo de la vida, una gran aventura.
En Luján
En estos días, las ruedas a fuerza de pedaleadas, los trajeron a Luján. Ahí, a plena vereda de la calle San Martín, mientras Yeca le movía la cola a cada quien que pasaba cerca, dialogamos con Aníbal Pansera, quien con habilidad tejía, entrelazaba y le daba forma a las pulseras, collares y otras artesanías que vende para sustentarse ambos, en sus días, esos que han sido transitados en 5 países y 14 provincias argentinas.
“Ahora estamos recorriendo Buenos Aires, para no salir de la provincia, por el tema de las restricciones, así que vamos a unir todos los pueblos chiquitos, por caminos rurales que hay entre Luján y Zárate, tranquilos, de a poco”, decía Aníbal mientras Yeca, con su pechera violeta, ponía todo el sol en su lomo.
“Hace 7 años me cansé de trabajar y decidí viajar, cuando trabajaba tenía plata pero no tenía tiempo para viajar. Ahora viajo y no tengo plata pero tengo tiempo, que es lo más valioso”, agregaba.
Y en ese tiempo y con ese tiempo, tiene a Yeca, que de estar en las calles con el sentido del desamparo, ahora tiene caminos, compartidos.
Este fin de semana estarán en Jáuregui, para también luego acercarse a Olivera, Goldney y Gowland, sumando a su equipaje aire libre, fotografías, charlas con quien se cruce y movimiento de pedales.
Aníbal haciendo girar el tiempo, Yeca como mascarón de proa en su canastito acolchonado. Y la elección de vivir de una o mil maneras la vida.
Aquellos que deseen contactarlo pueden hacer a su Facebook: Aníbal Pansera