Oir a Ian contar lo que piensa, lo que quiere, lo que le molesta, lo que le pone una boca grande grande de risa en su cara. Oírlo decir “mamá”, “papá”. ¡Eso se quiere! Oir sus expresiones, sus sensaciones, todo eso que le construye ese mundo cuando el autismo cierra sus ventanas. Esas ventanas que se abren cuando hay una familia sosteniendo y hay terapia, acompañamiento, atención profesional. Ian Vega tiene 4 años y necesita recibir el tratamiento indispensable para avanzar en medio de su diagnóstico de autismo.
“Todo comenzó cuando Ian ingresó al jardín maternal (CAI del barrio San Fermín). En ese momento me llamaron porque tenía características raras y que posiblemente sería por alguna patología. En esa reunión les dije que yo se lo había planteado a su pediatra de cabecera y ella me había dicho que los niños se desarrollaban de diferentes maneras”, comenzaba contando Fátima Tejo, mamá de Ian
Ante esta detección por parte del establecimiento educativo, “la pediatra realizó un test y ahí le salió TEA leve y me derivaron a diferentes hospitales fuera de Luján, porque lamentablemente acá no hay muchos especialistas sobre autismo. Fue a estimulación temprana durante tres años, pero se quedó sin esa atención porque ya había cumplido precisamente los tres años. Entonces, fuimos al Hospital de Clínicas de Buenos Aires a descartar que fuera sordo y luego en el Eva Perón de San Martín le dieron turno para el 28 de febrero de 2020, pero como era feriado y se habían equivocado, nos cambiaron el turno para marzo y nos agarró la pandemia”, recordaba.
En esa línea, agregaba que “vía Zoom y videos hicimos los test y en febrero nos diagnosticaron que Ian tenía TEA (Trastorno del Espectro Autista) Grado 1, a lo que su neuróloga, la Dra. Núñez, lo mandó a cinco terapias: psiquiatría, psicología, estimulación temprana, terapia ocupacional y fonoaudiología”, detallaba.
Y sumaba la situación por la cual necesita la ayuda de la comunidad: “En el centro de atención de Torres no hay cupo para sus cinco terapias, que son de urgencia. Golpeé todas las puertas, pedí trabajo a todo el mundo, ya que su papá trabaja pero para el día a día y la semana pasada, encima, se quedó desocupado. Hicimos una marcha en la Municipalidad porque el intendente solo me deriva con otras personas menos con la jefa de Discapacidad, que se enteró de esto luego de la marcha que hicimos”.
Y ante la difusión de esta historia, amigos, conocidos y la comunidad en general comenzaron a colaborar organizando rifas, bingos virtuales y hasta con dinero desde una mínima cifra pero necesaria, sabiendo que todo suma.
En espera de la voz de Ian
Dentro de las consecuencias del TEA, Ian no habla, aún cuando lógicamente dada su edad podría hacerlo. “Pedimos ayuda para poder escuchar la voz de Ian, es muy duro no saber qué le duele, si se siente mal, si quiere algo. Al día a día hoy -y gracias a la ayuda de la gente- tiene dos terapias, pero solo dos: en ‘Senderos’, Psicóloga y Terapia Ocupacional”.
En tanto, su mamá detallaba acerca del evento solidario que se viene: “Estamos organizando un campeonato a beneficio ‘Todos x Ian’ en la cancha de fútbol Santa Elena, el domingo 25 de julio, teniendo en cuenta todos los protocolos. Y seguimos juntando donaciones hasta que le salga el subsidio para sus terapias. Todavía no tiene su pensión. Yo me hice Monotributista Social para que Ian tenga una obra social”, sostenía Fátima, al teimpo que remarcaba: “Necesitamos que en Luján se abra un centro con todos los especialistas para la atención del autismo, porque para quienes somos de clase baja es muy difícil obtener ayuda del Estado. Los que lo logran tienen mucha suerte y tienen que valorarlo, porque hay muchas familias que estamos desesperadas buscando especialistas”.
Se viene entonces el campeonato de fútbol solidario el 25 de julio en la cancha Santa Elena. Mientras tanto, hay bingos virtuales para los que se reciben precisamente donaciones para los premios. Para quienes puedan colaborar, deben contactarse al número de teléfono (11) 38785686 o al Facebook Todos_por_Ian.
Cada colaboración lo acerca a Ian a sus terapias. Lo pone más cerca del sonido de su propia voz, para cuando logre sacarla. Y lo pone más cerca de las ventanas abiertas a la vida.