Ezra es el pequeño lujanense que viene afrontando un DIPG -tumor de tronco encefálico difuso- y que la comunidad lujanense conoció y apoyó con un inmenso y constante abrazo traducido en la colaboración necesaria para recaudar el dinero requerido para el tratamiento, como también la visualización de su caso en pos de mayor estudio de la afección por parte de la Salud en nuestro país.

Esta historia tuvo y tiene una bandera que flamea, contiene y abraza enarbolada en el amor: Ayelén, su mamá, que junto a su familia están sosteniendo a toda lucha la esperanza de la buena y larga vida para Ezra.

Hubo tiempo de reclamos, de acciones para darle visibilidad a esta enfermedad poco frecuente -pero que existe y hay varios casos en niños en nuestro país- y del tan grato apoyo de la comunidad lujanense que se sumó a diversas actividades e instancias de ayuda para hacer efectivo el viaje hacia Estados Unidos, donde Ezra está recibiendo el tratamiento experimental con muy buenos resultados hasta ahora. Sucede que los últimos estudios mostraron una reducción en el tamaño y afección del tumor.

Pero además de todo eso, tuvo también ese plus que terminó por concretar esta realidad del hoy de poder solventar semejante viaje, estadía y atención profesional en el país del norte: la campaña organizada por el influencer Santiago Maratea, que logró una gran recaudación para tal fin.

Y en este tiempo en el que Ezra está por Argentina, recibió la visita de Maratea, encuentro del que su mamá decía: “Si las miradas hablaran ayudarían a entender esta hermosa foto en la que Ezra ve en primera persona al hombre que impulsó un movimiento gigante por salvarlo. Y así les agradecemos a ustedes por habernos ayudado a llegar a él, sin toda la gente que se sumó esto no hubiese sido posible”.

Y sumaba con un mensaje directo al influencer: “Gracias eternas Santi Maratea. Sos una persona increíble, un pibe totalmente sensible y humilde, ¡un genio! Hoy Ez y familia pudimos agradecer por todo”.

Después del encuentro, después de la foto, solo resta decir que sí, las miradas hablan.