Ya están las risas sembradas, como si fuera un caminito imperceptible a la vista, pero audible para el corazón. Y ese caminito sale de cualquier lugar en donde alguno de ellos esté y los lleva directamente a su casa. Ahí mismo. A ese lugar digno que ahora tienen, es de ellos y para ellos.

Son tres tonos de risas: las de Natasha, las de Joaquín y las de Santina, que juntas ensanchan ese andar y cuando llegan, se multiplican. Bordea el camino la risa de contención, fuerza, voluntad y sacrificio de Adriana, su tía, que tuvo el suficiente amor y coraje también para pedir la guarda de sus tres sobrinos y llevarlos a su casa, esa que por entonces era de madera.

Y aunque quizás no era primavera, aparecieron las risas floreciendo de gente solidaria que se organizó para que ese camino que llega ahora hasta una más linda y cómoda casa, fuera real y posible. Porque esta historia que comenzó con Adriana, sus sobrinos y esa casilla de madera, húmeda y con más goteras que partes sanas del techo, tuvo la participación para cambiarlo todo de gente como Sol, alguien que supo de esta realidad y reunió otras manos y otros corazones para cambiarla.

Y luego de un cierto tiempo, ahí está, la casa de material, Adriana y sus sobrinos y el grupo solidario, todos, celebrando.

Desde LUJANHOY relatábamos el inicio de esta historia en junio, cuando se venía el frío. Y en aquella nota, Sol nos contaba detalles acerca de cómo supo de esta necesidad y cómo y con quiénes se unió para el logro, ya que todo comenzó con organizar alguna rifa para ayudar a la familia ensamblada, luego el contacto con el -ya extinto en la actualidad- Club de Leones de Luján y la colaboración de mucha otra gente que hicieron mezcla, pegaron ladrillos, unieron cables, pusieron caños, clavaron chapas, armaron un baño, pintaron paredes y… una casa flamante para Adriana y sus sobrinos. Y para que el mensaje de Sol, hoy, llegara escrito con un tono y color imaginable: “¡¡¡Obra terminada!!!”

Así es, obra terminada

Realmente es perceptible esa emoción en el texto. En esas palabras escritas y leídas en una pantalla de celular, esas que nos llegaron para que podamos desde LUJANHOY transmitir el final de esta cruzada.

“Increíble pero real. Hemos podido llevar adelante junto a un excelente grupo de personas la obra de “La casita de Adriana’. Arrancamos hace un año y medio aproximadamente y hoy terminamos. Ellos ya están mudados y muy agradecidos. Gracias a cada uno de los que colaboró con este proyecto. No más frío, no más goteras”, decía Sol como gran pilar de este cambio en esta historia.

Y agregaba: “Meta cumplida. Costó pero con la ayuda de todos los que colaboraron ya sea comprando rifas o entrando tierra a la obra o donando algo que necesitamos se pudo lograr. Natasha, Joaquín y Santina ya tienen un lugar donde no se preocupan si llueve porque no se les moja nada, tienen un baño con el cual están fascinados y su tía Adriana, muy agradecida. Agradezco enormemente a mis compañeros de proyecto, Jime -tenemos 2 Jime en el equipo, cada una se ocupa de cuestiones diferentes y sin ellas esto hubiese sido imposible-, Miguel, Fabi y Ber, gracias por todo el tiempo dedicado. Y a todos los que en un momento también fueron parte de este proyecto. Nos sentimos muy felices”.

Esa felicidad ya floreció en cada rinconcito de la casa. Quizás no son flores con pétalos coloridos, sino emociones, recuerdos de este tiempo de construcción y ventanas por las que se ve el mañana un poco más amable, porque el hoy mismo ya es mejor, porque esa tía y sus sobrinos tienen una casa erguida con el mejor de los cimientos: la solidaridad.

Esa acción que llevó adelante Sol y el grupo de esta cruzada, nos pone a todos sabiendo que hay motivos para creer que por entre tanta gente, hay gente así, como ellos que además, dicen: “Vamos por más… ya les estaré contando próximamente”.

¿No es esperanzador esto? ¡Claro que sí!