Gira la calesita, como mostrándole a los que giran en ella, el alrededor, ese mundo redondo que parece más redondo aún en cada giro. Ese mundo y sus giros donde nos encontramos todos, donde compartimos el girar aún cuando estemos en diferentes historias.

Sin embargo, nos encontramos y vemos, o al menos esa sería la mejor intención cuando de compartir se trata. Verse, saberse parte de un tiempo de necesaria inclusión para el siempre mejor provecho ni más ni menos, que de la vida, esa vida que tantas veces se concentra en un momento de alegría, en un rato de infancia, en una carcajada de chicos divertidos que a lomo de algún caballo tieso pero mágico, sosteniendo un volante sin curvas para doblar, abrazándose a un personaje de colores, pueden sumar un pedacito de un aprendizaje como un todo que nos enseñe algo tan importante como vigente siempre: respeto e inclusión. Así, entonces, de a giros, desde la calesita, poder saber cómo estar a la par del otro.

Pinceles hablando

El arte que habla, que cuenta, que transmite, en esta oportunidad lo hace desde un lenguaje muy especial y necesario: pinta esa forma universal de comunicarse. Y es que desde este 19 de febrero, la Plaza Virgen Niña de Pueblo Nuevo tiene un mural dedicado a la Lengua de Señas.

Acerca del mismo, de la idea y su realización, LUJANHOY charló con Albina D’Odorico, hija de Armando -Tuky-, el propietario y alma de la tradicional calesita que ha alegrado ya a tantos integrantes de diversas generaciones en esa esquina de Tropero Moreira y Las Catalpas, desde donde surgió este hermoso gesto de inclusión.

 

“El proyecto del mural surge en primer lugar con la idea de que jugando se aprende, en este sentido qué mejor espacio que en una Calesita y Plaza Pública. Entonces pensamos en el mural de lengua de señas para promover la visibilización de que todos nos podemos comunicar, además de reconocer y respetar la identidad de la Lengua de Señas Argentina” nos contaba Albina

Y agregaba detalles de cómo siguió la tarea: “Aprovechamos el espacio de la pared lindera a la plaza la cual estaba en muy mal estado -con grafitis- y elevamos una nota a la Delegación Municipal de Pueblo Nuevo explicándole cuál era la intención de este proyecto llevado a cabo por ‘Calesita Tuky’ y nuestra amiga Mara Geber profesora de arte que desde un principio se entusiasmó con la propuesta y trajo como colaboradora a su hija Dasha”.

Giros y manos a la obra

Seguramente la musiquita de la calesita acompañó esos momentos en los que la pared fue dejando atrás las lastimaduras de los rayones, para empezar a sentir las caricias de los pinceles de Mara, de Dasha, que en cada trazo hablaron y hablan de inclusión.

“La Delegación Municipal nos facilitó la limpieza de la pared y el resto fue todo a pulmón y corazón. Iniciamos a las 9 de la mañana y finalizamos a las 15 aproximadamente. Fue un trabajo en equipo muy lindo. Armando fue el encargado de llevar y traer escaleras, bancos y demás utensilios que utilizamos para la realización. En el proceso muchos niños y niñas que se encontraban jugando en la plaza se acercaban a preguntar qué estábamos haciendo y ahí le contamos la idea y enseguida se ponían a repasar las letras del abecedario e imitar los gestos de las manos. Es maravilloso ver cómo los chicos y chicas tienen la facilidad de aprender sin juzgar. Consideramos que este mural abre las puertas de la inclusión a la comunidad y fomenta el aprendizaje para los que desconocemos del mismo” sostenía Albina desde la emotividad de la tarea y la concreción de la misma.

“Desde ‘Calesita Tuky’ hace más de 21 años que nos encontramos ubicados en la plaza de Pueblo Nuevo y vemos pasar generaciones y generaciones de niños hoy algunos ya adultos que traen a sus propios hijos… siempre estamos atentos a las necesidades de la plaza, arreglando algún juego o manteniendo su limpieza. Hoy estamos orgullosos de poder tener iniciativas así y que la gente responsa positivamente a la misma entendiendo de esta manera que todos somos iguales”.

A cada giro, claro que sí, llega la alegría. Y llega el aprendizaje. Y llega la posibilidad de ver y vernos, ahí, en ese mundo redondo que nos muestra una calesita, donde estamos todos y donde siempre hay una posibilidad para sumar un gesto de cercanía. La calesita del pueblo puso giros de inclusión y eso, se festeja y agradece.