La melodía de estas palabras escritas, sin dudas, es un “Tun-Tun, Tun-Tun…” incesante, rítmico y alegre que sale de ese pequeño pecho y se hace infinito para hacer ronda redonda alrededor de la gente que estuvo y está a la par de Max, que acaba de ser trasplantado y tiene corazón con el que estrena días nuevos.
La historia de Máximo Ferreyra Zárate, el pequeño que vive en Olivera, la conocimos y compartimos desde LUJANHOY cuando todo era incertidumbre ante el cómo seguir. Sucede que Max había sido diagnosticado con miocardiopatía restrictiva y permaneció más de cinco meses en Listado de Emergencia Nacional.
“Mi corazón está muy grande y rígido. Eso no permite una buena circulación de la sangre, mi enfermedad es muy progresiva, eso quiere decir que mi corazón se va a seguir deteriorando. Por eso, es tan importante un trasplante urgente para mí”, expresaba su familia para transmitir el sentir del pequeño desde las redes sociales, donde además, fomentaban la donación de órganos.
“Es necesario que todos hablemos de la donación de órganos para poder concientizarnos que los órganos no van al cielo y que pueden ayudarme a mi y a más de 180 niños que también están esperando una segunda oportunidad de vida como yo”, remarcaban.
Y la ansiada y esperada oportunidad se concretó el domingo pasado, cuando a la 1 de la madrugada Max fue trasplantado en el Hospital Garrahan, donde permanece por estos días en una franca y positiva evolución.
Orgullo y alegría
Es la mamá, Danna Zárate. Es sostén, es abrazo más que protector. Y es la palabra emocionada, aliviada y agradecida, que compartía con nosotros cuando la consultamos acerca de este trasplante.
“Max está recuperándose re bien, ya no está más hiperventilado, el corazón late más fuerte que nunca”, decía a LUJANHOY con la firme fortaleza del amor.
“Fue una operación muy exitosa”, sintetizaba y se hacía paso en medio del sonido de su voz emocionada, para dar las gracias: “Tengo para decir solo palabras lindas de agradecimiento para tanta gente que lo ama, son un ejército de personas que lo quieren”.
Y afirmaba que continuará con la campaña “Un corazón para Max”, porque aunque su pequeño hijo de 6 años ya alcanzó el logro del infinito gesto solidario al recibir un órgano para poder vivir, es necesario fortalecer el mensaje y apuntalar la toma de conciencia.
“Estoy muy feliz y muy orgullosa de mi bebé”, decía Danna, esta mamá que ahora apoya el oído en el pecho de su hijo y escucha un maravilloso “Tun-Tun, Tun-Tun…”