Ha quedado tan lejos ese almanaque que dibujaba en un ángulo el año 1923. Tan lejos esos cuadraditos con aquellos meses y los días patrios marcados a honor y corazón. Tan lejos. Tanto como ni más ni menos que 100 años, sin embargo aún laten esos días donde la historia de tantos, tantos, comenzó a vivenciarse enraizadamente para crecer y crecer. Porque esa historia tuvo escuela. Fue escuela. Y esa escuela, su historia y la historia del pueblo que pasó por ella, hoy celebran 100 años del derecho, alegría y necesidad que es la educación.
Y esta celebración será el próximo viernes 10 de noviembre y está teniendo un trabajo previo de mucha voluntad y esfuerzo, para poder reunir en el encuentro a exalumnos, exdocentes, exdirectivos, quienes hayan pasado por la Cooperadora, los que hayan tenido diferentes tareas en el edificio como así también quienes tengan como tesoros imágenes fotográficas de diferentes momentos de esta Escuela N°23 de Olivera que tuvo su inicio de primeras clases en la Estancia Las Acacias.
De ayer a hoy
Haciendo base de las mejores esperanzas para el después, la Escuela. Siempre, cuna y abrigo. Siempre ventanas. Y la historia sigue viva porque siempre se busca en ella esa esencia educativa que nos nutre cada día.
Ese historial que la escuela celebra, lo compactó en una investigación puntual y amorosa Graziella Macagno, quien ha venido trabajando en este homenaje a la escuela con mucha pasión por la historia y que compartía en esta reseña.
“En julio de 1923 y siendo comisionado escolar del partido de Luján Amilcar Mercader, se creó con carácter oficial la escuela común rural N°23 que funcionaría en el Cuartel 3° del partido de Luján. Comenzó a funcionar en la Estancia Las Acacias, propiedad de la familia Olivera, entonces a cargo de Carlos Olivera y la misma ocupó un solo salón alquilado en 15 pesos mensuales. Fue nombrada como directora la Sra. Elvira César, maestra infantil a cargo de primero y segundo grado con 43 alumnos (mixta), que se hizo cargo el 1 de agosto de 1923. Y esa primera escuelita se conserva casi como entonces en la estancia. Su horario era 11.30 a 15.30, y los primeros alumnos Ramón Gobbi, Angel Larrea, Fabio Montedoro, Humberto Montedoro, Felipe Torres, María E. Bianchi, Luis Cruz, María Gobbi, María Fernández, Ernesto Ferrari, María Inés Torres y Anita Znoy”, entre un extenso listado que nombraba Graziella.
Y detallaba que en 1925 se crea 3° grado con alumnos como Arturo González, Arinando González, María González, Alberto Inzaugarat, Julián Inzaugarat, Alberto Larrea, Felipe Torres, María Gobbi, Margarita Gualdoni, Andrea García, María T. Ibarra, Inés Torres y un 2° grado con los alumnos Raúl Borgnia, Gilbert Juárez, Anselmo Martínez, Lucio Torres, Fermín Rodríguez y Armando Martínez, entre muchos más.
“La escuelita se trasladó a varios lugares. El 6 de julio de 1927 fue trasladada a la propiedad de Valentín Juárez a tres cuadras de la estación, con 2 salones, alquiler en 40 pesos, su directora Catalina E. Isola de Las Heras. En 1930, por razones de salud, se nombra suplente a la señorita Estela Musso y luego a la señorita Sara O. M. Miguel. Y en julio de 1931 se forma la comisión de fomento escolar”, señalaba Graziella, quien detallaba que la comisión estaba presidida entonces por Emilia de Torres, Adela L. de Ficosecco en la vicepresidencia, Elena Y. de Rosso como secretaria, Elena de Castagnino en tesorería y completada en cargos por Dominga de Zucarelli, Emilia Gallasso, Inés Torres, Manuela Juárez, Catalina E. Y. de Las Heras.
“En 1932 se renovó la comisión cooperadora: Presidente Emilia Torres, Vice presidente: Santina M.de Costa, Secretaria Elena de Rosso, Pro secretario: Adelina Jaime, Tesorera: Elena de Castagnino, Pro tesorero: Dominga de Zucarelli , Vocales: Inés Trova, Emilia Gallasso, Adela de Ficcosecco, Asesora Catalina de Las Heras. En 1933, como suplente María Angélica Zambucetti. En marzo de 1934 se trasladó a una casa propiedad de Gentila Di Carlo de Labatte a dos cuadras de la estación. En 1935 se traslada a una propiedad de la señora Gentila Di Carlo de Labbatte, por licencia especial de su directora suplente María Rosa Mirabella. Y la comisión fue renovada con: presidente, Emilio Torres; vicepresidente, Santina de Costa; secretaria, Elena de Rosso; prosecretaria, Matilde de Alonso; tesorera, Helena de Castagnino; protesorera, Dominga de Zucarelli; vocales, Gentila de Labatte, Ema de Gallasso, Rupert de Moleres, Cecilia de Fernández, Angélica Porta. Por su parte, en 1936 la Comisión Cooperadora se conformó con: presidente, Dionisio J. Moleres; vicepresidente, Luis Rosso; secretario, Hortensia M. de Ruiz; prosecretaria, Elena J. de Rosso; tesorero, Julio Ruiz; protesorero, Gentila de Labatte; vocales, Teresa C. de Capristo, A. de Fernández, Dominga Zucharelli, Santina M. De Costa, Anhel Capristo, Juan Castagnino; asesora, Catalina de Las Heras. Y ya en julio de 1937 deja su cargo de directora por jubilarse Catalina de Las Heras y queda en su lugar Elías A. Reyes y luego Donata Ulriaco, con una Cooperadora presidida por Juan Moleres y Luis Rosso como vicepresidente”, nos contaba Graziella que, desde su dirección del Museo de Olivera “Donato Macagno” y su inmensa vocación por divulgar y revalorizar siempre la historia del pueblo, se puso al hombro -y al corazón- la tarea de confeccionar esta extensa trayectoria de la Escuela N°23.
“En 1938, con fondos de la cooperadora se compra la bandera, biblioteca, reloj de pared, mesa, sillas, globo terráqueo y crucifijo”, mencionaba y seguía con detalles tales como que en 1941 se bautizó la cooperadora con el nombre de “Domingo F. Sarmiento”. Luego se formó el club de niños jardineros, embelleciendo con jardín y huerta un terreno que cedió Gentila de Labatte, también creándose ese año la comisión de exalumnos “Hogar y Escuela” que ofrecía colaboración con la creación de una biblioteca, museo, asentamiento agrícola, jardinería, granja, etc.
“En 1950 se trasladó frente a la propiedad de Gentila Labatte -actual Delegación- luego con terreno donado por el señor Alejandro Menendez Behaty en la calle Santa Fe”, decía Graziella que sumaba el deseo de todo el pueblo de Olivera para esta celebración del 10 de noviembre.
“Se invita a exalumnos, directores, maestros, miembros de cooperadora, porteros, colaboradores y familiares de los que ya no están, para que nadie quede fuera, para celebrar estos hermosos 100 años de historia, memoria emotiva para todos”, manifestaba Graziella remarcando la alegría también por recibir la donación de libros, fotos, información y demás datos históricos de parte de Javier José Olivera, descendiente de Don Domingo Olivera, quien donó parte de las tierras para el paso del ferrocarril por lo que en su honor el pueblo lleva como nombre su apellido.
“Qué gran honor para nuestro pueblo y Biblioteca Popular de Olivera ‘Jezemy Salvarezza’, recibir esta donación que nos hicieran llegar”, enfatizaba.
Y con la alegría por sumar ese material a la Biblioteca “Jezemy Salvarezza”, reafirmaba la invitación para el festejo del centenario de la escuela: “100 años de una escuelita pública de Luján, que se inicia en una de las estancias más importante del país y se mantuvo fiel a esos inicios, demostrando la importancia de las escuelas públicas, de las cuales sentimos gran orgullo y que forjaron hombres y mujeres que hoy son ejemplos de una sociedad orgullosa y agradecidos de ser todos protagonistas de esta historia”, decía entonces Graziella que junto a otras personas que emotivamente están colaborando, esperan como toda la comunidad que sea un gran festejo porque es la historia educativa de todo un pueblo.
Es la cuna de la vida del hoy. Es el espacio que se materializa en cada recuerdo donde se iza la bandera, se abre un libro, se toma un lápiz y se escribe a cada día, la vida. Felicidades, Escuela N°23. Y a celebrar ese gran orgullo educativo.