Reafirman tradición en cada zapateo, haciendo de la huella en escena, un camino por el que van y vienen con aires folclóricos. Empujan vientos cada vez que las polleras arremolinan círculos como alas, por ese camino y ese paisaje intensamente sentido. No es bailar, ahí, así, en ese momento.

Es bailar trascendiendo los tiempos para hacer con el ayer y el ahora, el guiño necesario para fortalecer la tradición para el mañana. Sienten así, la danza, como ofrenda que les dieron y como ofrenda que dan. Así, sentidamente hacen y son Fortín Luján, la agrupación folclórica que desde el ballet vienen recordándonos que la danza habla, canta, construye y une.

“Fortín Luján se fundó el 5 de febrero de 1998 en Luján, en la Plazoleta de los Peregrinos. Fue en un encuentro de folklore del Zonal Luján del IDAF del profesor y director Félix Chavero”, relataban desde el grupo a LUJÁNHOY, haciendo ese camino de tradición hacia atrás, una vez más, para recordar que “los primeros integrantes fueron los profesores Juan Juárez, Mirta Lasala (sus fundadores), Leandro Juárez y Cecilia Manuele”, cuatro integrantes que al día de hoy continúan siendo y haciendo Fortín Luján. Y aún con la relevancia que significa dirigir un ballet, se saben y sienten todos verdaderamente parte de la historia.

“Hay un trabajo grupal muy grande. Hay bailarines ‘de los viejos’ que ayudan a coordinar todo lo que se refiere a presentaciones. Quienes más saben ayudan a quienes recién se inician en la danza, en la transmisión de las mismas, las posturas, el oído musical, el zapateo, el pollereo. Hay gente que ayuda muchísimo en la selección y edición de la música, otros manejan las redes sociales. Y por supuesto las familias acompañan un montón. Es un gran trabajo en equipo, una especie de acuerdo tácito que hace que todos se luzcan por igual en cada presentación. Siempre decimos que la gente ve un show de 10/15 minutos pero para llegar a esos minutos transcurren horas y horas de trabajo”.

Sentidamente bailarines

No hay superficialidad en nada. Todo se hace a corazón latiendo al compás de esa zamba que los pinta de nostalgia o la chacarera que despeja colores en chasquidos rítmicos. En esas figuras tradicionales y en las innovadoras muecas de los cuerpos. Hay pasión por la danza, inclaudicablemente.

“No sólo nos apasiona o nos da alegría, bailar folclore y vestir nuestras pilchas nos transporta a las raíces más profundas de nuestra cultura. Es nuestra manera de hacer un homenaje a nuestras raíces y una celebración de nuestra identidad. Cada baile cuenta una historia, cada movimiento transmite la pasión y la tradición de nuestra cultura. Para nosotros bailar folclore es honrar nuestra historia y llevarla con gracia y orgullo en cada presentación”, nos decía Cecilia Manuele tomando la posta en las palabras propias pero reflejadas en los integrantes de Fortín Luján.

“Por todo esto que decimos, este año decidimos volver a visitar escuelas, para que, si los chicos no vienen al folclore, el folclore vaya a ellos. Y realmente funciona, notamos que les gusta, que sienten interés, nos hacen preguntas sobre las danzas, la ropa, ¡muchos quieren empezar a bailar!”.

Y haciendo hincapié en esa apertura a disfrutar y compartir la danza, Cecilia sumaba detalles para quienes quieran sumarse al ballet: “Las puertas siempre están abiertas. Por ahora ensayamos los días martes en la sociedad de fomento del barrio La Palomita. A las 19 damos clase libre para quienes recién inician o les gusta bailar pero no quieren ir a las presentaciones y a las 20 comienza el ensayo del ballet. Estamos tratando de incorporar más días. Las clases son gratuitas. Hoy somos alrededor de 20 integrantes fijos. Hay bailarines que nos acompañan desde hace más de 10 años, otros dejaron de bailar hace 15 años y hoy están bailando nuevamente con nosotros , algunos comenzaron hace 3, 5 años, el año pasado o la semana pasada. Tenemos un ‘semillero’ o sea, un grupo infantil/adolescente, un grupo de adultos y uno de mayores. A veces bailamos todos juntos, a veces por categoría, todo depende de la disponibilidad de los bailarines para ensayar. Hay que recordar que esto se hace a pulmón, la gente vive de sus trabajos, los horarios rotan y no siempre estamos todos para ensayar pero voluntad y buena predisposición hay en todo momento y eso es lo que agradecemos enormemente a nuestros bailarines”, señalaba la bailarina de este ballet en el que conviven las danzas tradicionales, proyección folclórica y folclore estilizado que ofrecen en sus sentidas presentaciones.

“Actualmente dadas las circunstancias económicas, las presentaciones han sido más a nivel local: Luján, San Andrés de Giles, Moreno, Mercedes, pero a lo largo de estos 26 años hemos recorrido provincias como Córdoba, Santa Fe, San Juan, Entre Ríos, Misiones, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero representando a Luján, a veces con atuendo a veces sin atuendo pero siempre representando a Luján. Siempre recordamos las ediciones del ‘Encuentro de la Fe y la Historia’ allá entre los años 2006/2011, festival masivo en el que todos los ballets nos preparábamos muchísimo. En nuestro caso ensayábamos muchas horas y compartimos muy lindos momentos”, remarcaba Cecilia en esa postal de música y danza que reviven cotidianamente y enarbolan en la mirada a lo que se viene.

“En este momento estamos preparando distintas propuestas que se acomodan al contexto de cada presentación: tenemos dos fechas en espacios rurales, varias peñas agendadas, algunas escuelas y ‘Luján se Mueve’ en octubre. Y no nos podemos olvidar que en noviembre celebramos el Día de la Tradición junto a otras instituciones”.

Orecer el tesoro

El tesoro del folclore y su danza les retumba al medio del pecho. Y no se queda solitariamente allí, sale, lo sacan, lo expanden, lo ofrecen y sienten que es justamente el transmitir, la gran ofrenda: “Se trata de transmitir nuestra cultura, nuestros valores,
nuestra identidad. ‘Lo que no se comparte se muere’ decía un abuelo del grupo a quien quisimos mucho y acá estamos compartiendo, para que nada de lo que amamos se pierda”, decía Cecilia que destacaba la figura y trabajo tanto de Juan como de Mirta.

“He visto a este grupo desde el día que nació, y he visto el trabajo incansable de Mirta y Juan. Todo lo hacen gratis, con amor, pero también con conducta. No fue fácil ni sencillo. Cada presentación tiene mucho trabajo que no se ve y son Juan y Mirta quienes se encargan de preparar ropa y planchar, lustrar botas, buscar espacios donde dar clase, elegir música, maquillar, peinar, encontrar modistas, organizar alguna rifa o actividad para recaudar dinero para vestuario o viaje, encontrar transporte para viajar, pegar los botones que se saltan o poner alfileres a último momento porque el traje tiene un detalle y hace un defecto y ya hay que salir a bailar y todos tenemos que estar lindos, ir a reuniones y entre todo eso armar coreografías y ensayar. Nosotros, los bailarines ‘viejos’ colaboramos, y lo hacemos con todo nuestro amor hacia la danza y hacia quienes nos enseñaron todo”, indicaba.

Y en un guiño de gracia, simpatía y cercanía con los directores del ballet, decía sobre Juan: “Él es un ‘viejito’ de 72 años, aunque no lo aparenta, que está en todo su derecho de sentirse cansado y tirar la toalla; sin embargo, no lo hace. Juan y Mirta siempre nos alientan a ir por más” y tomando el espacio para sumar sus palabras, Juan Juárez, sintetizaba su mirada y parecer ante esta historia de danzas.

“Hace 26 años que venimos trabajando en la formación de nuevos bailarines que han pasado por nuestro ballet, vistiendo nuestros atuendos, bailando nuestras coreografías y representando nuestro Fortín Luján por muchos festivales, peñas y teatros de varias provincias que pudimos visitar a través del tiempo transitado. A todos los bailarines que han compartido nuestra trayectoria les doy las gracias por haber acompañado nuestros sueños vividos. Saludo a todos de corazón. Hoy, con un montón de años encima, sigo luchando por nuestra escuela folklórica, formando nuestro ballet con chicos nuevos porque sigo creyendo que en la danza guardamos lo mejor de nuestro ser”.

Fortín Luján, zapateando. Fortín Luján y las polleras rítmicas. Con los pañuelos a los vientos, a chasquido de dedos, a corazón musical. Haciendo la postal de la tradición desde el infinito camino de la danza.