Extienden su espacio, el de cada día de compromiso y responsabilidad, lo extienden un tramo más, hacia la vereda. Extienden el resultado de ese trabajo, allí, sobre el tablón que es como un escenario del crecimiento diario.
Se extienden, ellos. Abarcativos, inclusivos, orgullosos del hacer, alegres por ellos, por los otros, por lo que son, por lo que suman ser y porque el mejor camino es estar a la par, desde donde se es y se puede ser.
Y en medio de tanto, además, hacen. Construyen. Se construyen, un poco o tanto en cada elemento que pasa por sus manos y concluyen en un artículo de necesidad para la vida cotidiana.
Entonces ellos, crecen en cada cepillo debidamente fabricado. En cada bolsa armada, en cada trapo de limpieza que confeccionan con el acertado atino de saber cómo hacerlo y no dejar de buscar la buena calidad en los artículos.
Los operarios del Taller Protegido San Juan XXIII saben del hacer y desde el ser, los ofrecen no solo en la venta del local de su institución sino también ahora, en una actividad de mayor inclusión aún: colocan un tablón en la vereda y ofrecen a los transeúntes, sus artículos.
Ventas y crecimiento
Con ambos objetivos, vender, crecer, se realiza esta actividad que ya está siendo muy requerida por los operarios del Taller.
“Los operarios chochos de estar en la calle, seleccionan los productos, sacan el tablón, tienen folletería para entregar a los que pasan y en el caso de vender algo envasan el producto y se lo dan y si la persona no encuentra nada que le guste o le convenga ahí puede entrar al negocio y ser atendida ofreciéndole otros productos”, relataba Adriana Orlando, presidente de la comisión directiva del Taller Protegido San Juan XXIII, sumando el historial de esta actividad.
“Alguna vez ya se había hecho esto de sacar el tablón a la puerta pero no de una manera sistemática. Y tiene varios objetivos, uno es extender el horario de venta que normalmente es hasta las 14 y en este caso están de 14 a 16. Pero la función no es solo comercial sino de inserción social, porque el turno mañana se pone en contacto con la gente porque está el negocio abierto, interactúan, también con los vecinos y en el recorrido en el que recogen tapitas plásticas en dos o tres comercios o interactúan en los comercios que venden nuestros productos, entonces en esas salidas tienen la oportunidad de entrar a los locales, presentarse y también los ayuda en el manejo en la vía pública. Pero en el turno tarde no tienen esa oportunidad, entonces nos pareció propicio incentivar algún tipo de actividad que los mantenga comunicados con otras personas que excedan del Taller”, explicaba.
Para la propuesta, la vereda luce un muestreo de todo lo que cada uno de ellos, desde su discapacidad y su inmenso sentido del aprendizaje, puede lograr: artículos del rubro limpieza, de excelencia, que la comunidad lujanense ya conoce y adquiere.
“Sacamos a la calle todo lo que los artículos que los chicos hacen: bolsitas, trapos rejillas, trapos de piso, cepillos, no se puede sacar toda la variedad pero se saca un muestrario y cualquier otra cosa que la gente necesite se va adentro del negocio donde se tienen más artículos. Las ventas son muy chiquitas, a veces están en esas dos horas y no venden nada, pero para nosotros la función social que tiene esta actividad es tan importante como la económica así que bueno, ojalá podamos sostenerlo en el tiempo
es todo un trabajo organizado”, decía Adriana.
Y detallaba que la organización contempla a operarios divididos en tres grupos, que permanecen ante el tablón durante media hora cada grupo para que puedan todos vivenciar la experiencia de cada martes y jueves de 14 a 16.
“Convengamos que es una actividad que si bien algunos operarios se manejan de manera más tímida o limitada por sus propias características, poco a poco se van soltando , por eso lo queremos sostener en el tiempo”, aseguraba para agregar: “No lo podemos hacer todos los días porque para eso necesitamos personal que no tenemos, así que martes y jueves como el horario coincide con las supervisoras como coordinadoras, sacamos esa mesa para ofrecer nuestros productos”.
Y tal como lo remarcaba la presidente y voluntaria de la reconocida y tan querida institución de la calle Lavalle 674, cada actividad generada en el Taller como en el afuera significa un paso más para fortalecer la inclusión.
“Nosotros tratamos de participar de todas las actividades que se nos propone ya sea de otros Centros de atención a personas con discapacidad o del área de Discapacidad del Municipio justamente porque nos parece que esa parte de comunicación y aceptación es muy importante”.
Hay una extensión de la mirada. Hay manos que construyen, que confeccionan, con un corazón inmenso y comprometido en cada uno de ellos. Y salen a incluirse, a incluir al otro, ahí, desde también ese tablón en la vereda del Taller donde más que vender sus artículos, muestran la inmensa capacidad de crecer.