¿De qué Salita habrán salido, con esos guardapolvos color rosa? ¿Cuál es el Jardín que las reúne? ¿Dónde están sus mochilas? ¿Será que juegan con sus nietos y entonces les cambiaron el lugar?

Qué mundo de preguntas en esa infancia ahí, sentados al piso, mirando mucho a las señoras que vestidas de rosa, llegan al patio de sus días de Jardín de Infantes. Tantas dudas en su mundo de porqués que las deben juntar en sus mochilas y cuando las abren sacan el asombro para pegárselo en la cara cuando ellas, llegan y pintan el día de color rosa acompasado por la melodía de sus voces que, como si fuera un cuento, relatan los andares del Servicio de Auxiliares Voluntarias del Hospital, relato que tiene algo concretamente veraz: ellas y la comunidad son las protagonistas de todas y cada una de las historias de solidaridad que comparten a voz de abuelas y corazón solidario.

Días de Jardín

Y las invitan. Claro, porque tienen mucho para contar traduciendo en palabras fáciles la historia del Servicio, con puntos, comas y arabescos en sus voces para que nada quede sin entender cuando visitan un Jardín de Infantes y comparten la historia de la tarea solidaria que las Voluntarias llevan a cabo desde hace más de 5 décadas en el Hospital.

“Nuestro Servicio fue invitado a dar una charla en el Jardín 930 del barrio San Jorge y un grupo de Voluntarias fue en representación. Fuimos recibidas por las maestras y parte de la comunidad del Jardín, que junto a los niños nos escucharon con atención y pudimos contarles cuál es nuestra tarea. Algunas de las familias eran pacientes del Hospital y una de las niñas había estado internada y se acordaba de nosotras. Fue una hermosa mañana compartida con gente linda y respetuosa. A parte corresponde mencionar que tienen que imponer un nombre al Jardincito y uno de los propuestos es: Servicio de Voluntarias del Hospital. Estamos muy agradecidas por la mención y por la invitación. Los niños nos escribieron un cartel que vamos a colgar en nuestra sala y nos entregaron un presente”, decían las Voluntarias desde el agradecimiento difundido en sus redes sociales, donde también compartieron otro momento especial vivido.

“También fuimos invitadas a dar una charla para las Salitas de tres años del Jardín Maristas. Las Seño y los niños nos recibieron con mucho entusiasmo y escucharon con atención lo que les fuimos a contar de nuestro trabajo en el Hospital y de la importancia de juntar las tapitas. Además juntaron elementos de higiene, pañales y óleo que vamos a entregar en el Servicio de Neonatología y Pediatría. Justamente, las dos Voluntarias que en esa visita representaron al Servicio, tienen su corazón en el jardín y en el Colegio, porque por ahí han pasado sus hijos y sus nietos”, mencionaban con la emotividad de ese detalle de generaciones unidas por una institución educativa.

¡Qué puente tan colorido están transitando cada vez que realizan una visita! Porque por ese andar llegan a las generaciones tan nuevitas que ya empiezan a guardar en sus mochilas las palabras de esas señoras vestidas de guardapolvos color rosa que los asombran con sus historias reales. Porque no es cuento que hay un grupo de mujeres que piensan y hacen mucho por los que pasan sus días en el Hospital. Porque no es cuento que la comunidad las reconoce y colabora con ellas.

Ellas, las Voluntarias, las ‘damas de rosa’, las que por entre las realidades tristes o difíciles de una internación, saben cómo ablandar dolores, acompañar soledades y poner color al día de hospital. Y no es cuento, son ciertas.