Habrá sido un día frío, claro que sí, porque aquel día especial fue a pleno invierno. Y habrán empujado para otro lado esa disposición del clima, porque ellos a toda calidez, decisión y vocación, habrán encendido esa llamita de esperanza que se hizo un gran fuego bien al medio del pecho, sintiendo que todo estaba listo para que conformaran un ballet. Y lo hicieron. Pusieron la música audible y la otra, la que resuena en el alma. Y crearon en aquella primer clase, el “Ballet Amalaya” en el barrio San Jorge.
“Las clases comenzaron en pleno julio en las vacaciones de invierno del año 2016, en el salón que nos prestaban de la capillita del barrio”, comenzaba recordando en esta charla Bibiana Moleres, quien ese mismo año estaba recibiendo su título de Profesora y quien continúa aún hoy al frente del ballet.
Y mencionaba como “grandes mujeres” a Lucía Zárate, referente del Comedor ‘Granito de Arena’, quien hizo la conexión con Teresa Toledo, alma fundadora y protectora de la placita del barrio, quienes fueron parte de esta historia.
“En el salón de la Capilla estuvimos hasta la pandemia varios años también y comenzamos las clases en el comedor del barrio y así seguimos un buen tiempo, para la pandemia nos juntábamos en el monumento de Malvinas, hermoso escenario que nos cobijó al aire libre mucho tiempo para bailar. Luego se levantó la sociedad de fomento del barrio San Jorge nuevamente y ahí pudimos disponer del espacio y estar más cómodos”, señalaba Bibiana.
Creciendo
Pasos, movimientos, danza. “Amalaya” creció y vivencia la alegría de sumar actividades.
“Hasta la actualidad ensayamos en la Sociedad de Fomento los jueves a partir de las 14 y los sábados seguimos firmes a las 17 en el salón ‘Granito de Arena’, con clases que son gratuitas. Todo lo que hacemos lo hacemos a pulmón, a veces rifas, venta de pasteles, de pre pizzas, así tratamos de comprar tela, tocados. En los tiempos que corren se hace más difícil, pero la satisfacción que te da la danza no se paga con nada”, manifestaba Bibiana como si las palabras fueran chasquidos de dedos y la música ya invitara a danzar.
“Somos un grupo que, ya diría, es una familia. Muy unidos gracias a Dios. Hay tres generaciones bailando: madre, hijos, nietos. Hemos hecho presentaciones a beneficio, a nivel cultural municipal, ‘Luján se mueve’, ‘Día de la tradición’, teatros, sin ir más lejos estuvimos presentes en ‘Música en la plaza’ el 23 de febrero, siempre llevando las raíces como bandera, aportando con la danza nuestro amor y respeto a nuestra cultura”, decía dejando su teléfono para contactarla: 2323 626466.
A su vez, sumaba más sentimientos: “El folklore sigue siendo un arte sano para toda la familia por eso no hay límite de edad, por eso son todos bienvenidos, desde los 3 años hasta los 99”.
La cita es entonces cada jueves en la sede fomentista -como parte de los Talleres Municipales- y los sábados en el querido y reconocido comedor ubicado en Los Jazmines 672.
Espacios donde “Amalaya” resuena desde su significado en lengua indígena: exclamación de ojalá, esperanza de un milagro, que la gente del ballet -desde quién y quiénes lo construyeron hasta los que al día de hoy continúan y los que se suman- saben de revalorizar siempre las raíces folclóricas desde la danza y saben esto de ser parte de la concreción de un milagro.