La vida política de nuestro país durante las décadas de 1960 y 1970 tuvo un protagonista excluyente: la juventud. Miles de jóvenes, cansados de dictaduras y proscripciones, se lanzaron a la militancia formando y ampliando agrupaciones de juventudes políticas.
En este contexto de militancia juvenil un grupo de capellanes decidió organizar una peregrinación a Luján con el objetivo de acercar a la juventud a la Iglesia, institución muchas veces cuestionada por parte de aquella militancia. Para ello se organizó lo que hoy se mantiene como la Peregrinación Juvenil a Pie a Luján, que tuvo lugar por primera vez en octubre de 1975. Pero no es la historia de la peregrinación lo que aquí queremos contar. Solo queremos rescatar una de ellas, la que se realizó en el año 1977. ¿Por qué? Porque fue en ella cuando las Madres de Plaza de Mayo usaron por primera vez el pañuelo.
Eran tiempos difíciles. Muchas familias sufrieron el secuestro de sus hijas e hijos en sus casas, otras se enteraban que habían sido secuestradas y secuestrados en sus trabajos o en una casa donde buscaban refugio. Y desde entonces empezaron a buscarlos. ¿Dónde? Recorrieron comisarías, dependencias militares, parroquias e iglesias, tribunales… y la lista sigue. La respuesta era siempre la misma: “no tenemos información”, “ya van a aparecer”. Pero nada de eso sucedía.
En aquella búsqueda muchas Madres se fueron encontrando y en ese encuentro dimensionaron que lo que le sucedía a cada una les pasaba a otras. Y juntas fueron emprendiendo varias acciones: presentaron habeas corpus y denuncias antes los organismos de Derechos Humanos que ya existían o estaban creando.
Después de más de un año sin respuestas, una Madre, Azucena Villaflor, propuso ir a la Plaza de Mayo. Frente a la Casa de Gobierno el 30 de abril de 1977 marcharon por primera vez cuando un policía les dijo que había estado de sitio y que “debían circular”. Y así lo hicieron. Empezaron a caminar de a dos, tomadas del brazo y así siguen…
A medida que transcurrían los meses y la dictadura se afianzaba las Madres iban creciendo en número debido a que aumentaban las desapariciones. El reclamo también crecía y era necesario hacerlo visible ante la sociedad argentina y ante el mundo. Es por ello que en octubre de 1977 las Madres decidieron asistir a la peregrinación juvenil a Luján. Era una manera de aprovechar una concentración masiva para instalar el reclamo por sus hijas e hijos desaparecidos y hacerlo ante una iglesia cómplice.
Las Madres iban a llegar desde distintas ciudades y tenían que reconocerse, ¿cómo hacerlo? Una de ellas propuso usar un pañal a modo de pañuelo. Así se fueron reconociendo en medio de la multitud.
Aquel día, con las fotos de sus hijos e hijas entre sus manos y con el pañuelo sobre sus cabezas, aquellas mujeres siguieron demostrando que se podía luchar en dictadura. El pañal se transformó en pañuelo. EN LUJÁN NACIÓ EL SÍMBOLO.
Como cada octubre desde Luján les decimos a nuestras Madres…
¡Madres de la Plaza!
¡El pueblo las abraza!
(*) Por la Comisión de Familiares y Amigos de Detenidos Desaparecidos – Luján