El amarillento rezago de los tiempos que pasan, será un brillo amarillo de sol nuevo cuando esa textura, ese formato, esté ante los dedos y los ojos de la gente de hoy, recordando a la gente de ayer, en ese intercambio de emociones que no es otra cosa que la memoria de la vida, con sus matices, sus porqués, sus momentos relevantes, los otros con menos estruendos y luces pero forjadores también de los eslabones de la cadena de la historia, que necesita cada gesto, acción, sueño, materializado en objetos para poder saltar de generación en generación sin perder la esencia de lo vivido como raíz de los brotes nuevos.
Entonces, ¿cuánto nos dice una fotografía?, ¿cuánto aquel espejo colgado del aire de esa habitación?, ¿cuánto aquella prenda que salía a juntar miradas de vecinos ante su estampa y colorido?, ¿cuánto nos señala la yema del dedo apoyada sobre la ya grisácea tinta que relata acontecimientos?, ¿cuánto hay ayer para seguir sintiéndolo ahora?
La memoria de alguien, entrelazada a la de alguien más, haciendo la memoria colectiva, la que señala, enmarca, lustra, redecora, pone en valor y abraza a todo signo de los tiempos, la historia de un cúmulo de gente, en un mismo lugar, tiempo tras tiempo.
Todo eso se anhela recuperar, revalorizar, reunir en este Museo del Pueblo que ya es proyecto formal y que seguramente concentrará en un espacio, los almanaques y sus días vividos.
Acerca de esta iniciativa, Clarisa Tocchini, nos brindaba detalles, no solo del porqué de la tarea, sino del cómo podrán los vecinos participar.
“El proyecto de un Museo del Pueblo hace muchos años que se piensa, desde que la Comisión de Preservación del Patrimonio Cultural de Carlos Keen recuperara el edificio de la Estación de Tren allá por los años ’90”, comenzaba remarcando Clarisa, que comparte esta puesta de muchos años, tiempo, ganas y organización con Mariana De Luchi y Cynthia Revetria.
“Durante muchos años Mariana y sus alumnos, desde sus cátedras en la Escuela Media Nº 4 armaron muestras con objetos, prendas, documentos, etc., pertenecientes a las familias de la comunidad educativa. Desde aquellas primeras muestras hasta el último proyecto compartido conmigo -Taller de Reciclado de Residuos Orgánicos- se anhela volver a recuperar el edificio de la Estación para instalar el Museo del Pueblo. Y decidimos reflotarlo porque consideramos que Carlos Keen tiene que recuperar y revalorizar su esencia, su identidad. La actividad turística y la llegada de nuevos vecinos se combinan con una dolorosa falta de regulaciones municipales que apliquen la legislación vigente -municipal, provincial y nacional- y resguarden nuestro patrimonio. Hemos reformulado el proyecto entre las tres y lo elevamos a la Junta Municipal de Estudios Históricos, la cual nos ha manifestado su respaldo”.
Virtualidad para la historia real
En los tiempos nuevos, el ayer puede llegar también a través de la virtualidad, de manera que utilizando ese puente, se invita a las personas que quieran aportar esencia de historia, lo hagan contactándose a la página de Facebook: Museo de Carlos Keen.
“Invitamos a todos a sumarse. Sentimos que vamos a tener buena convocatoria, los vecinos quedamos muy conmovidos con lo ocurrido en la Casona de Urriza, edificio emblemático del pueblo y hacemos memoria de la cantidad de fachadas modificadas o nuevas construcciones en la Zona de Preservación sin respetar dicha legislación. Creo que esta convocatoria nos va a servir a todos para reencontrarnos y concretar todos, adultos, jóvenes y niños este gran sueño!”, señalaba a todo entusiasmo.
Y agregaba: “Gracias a las redes se trascienden estos tiempos de pandemia y estoy convencida que este proyecto logrará generar entusiasmo entre quienes aman a Carlos Keen”.
Las páginas vivas de la historia de un lugar las hace la gente, cuando ve, escucha, palpa, saborea, respira su entorno y lo vivencia como algo compartido y relevante. Y cada sensación queda en un hecho trascendental, en anécdotas, en postales, en acontecimientos para muchos o instantes propios.
Todo hace cosquillas en la memoria porque la historia vive y en objetos, en documentos de puño y letra, en fotografías a dos colores, en recuerdos tallados a mano, en ladrillos uniendo almanaques, en objetos de colores que evocan…se empieza a escuchar el latido de las páginas que viven y son cada vez más audibles porque está ya siendo una certeza, este Museo del Pueblo.