Ya era una nube su cabellera atravesando los vientos de la ruta. Las canas le fueron tiñendo los almanaques y Nélida empezó a ser la abuela, la de la moto, la que recorría incesante su pasión con la velocidad de las emociones. El país, el mundo la conoció. Supieron de su alma solidaria, esa que viajaba a toda marcha sobre las dos ruedas que fueron la extensión de sus piernas.
Supo el mundo, en otro claro ejemplo, que cuando el alma manda el cuerpo hace caso. Que lo imposible se vuelve poco probable hasta que la probabilidad se pone a la par. Que si el sueño coincide con otros sueños, el andar de a muchos, de a tantos, se convierte en una caravana de sensaciones idénticas compartidas a la velocidad del viento.
Así anduvo Nélida Iglesias, la abuela motoquera, también conocida como “la motoabuela”, que habiendo fallecido el 20 de mayo de este año a sus 92 años de edad, dejó la huella de los neumáticos de su moto, en toda historia solidaria, de aventura y pasión por el ejercicio de eso que se necesita hacer cuando todo dentro nuestro, lo pide.
Ella, así lo hizo, poniéndole movimiento a su pena al perder a su esposo, así, con su moto, ella en las rutas, ella donde se la necesitara. Y ella que ahora dejó la estela de su paso y el rugido del motor de su alma, sigue presente y merecedora de homenajes, como el de la “Caravana de homenaje” que se llevará a cabo este domingo 20 de diciembre, cuando desde diversos puntos de la provincia y desde la participación de diversos grupos de motociclistas, lleguen a la vera de la ruta 5 -altura barrio Villa Cleotilde-, donde se ha levantado un monolito que la recuerda. Allí donde no solo honrarán su historia con las motos rugiendo, sino con la entrega de alimentos no perecederos, navideños y juguetes, que serán recepcionados por la gente de la Sociedad de Fomento del mencionado barrio.
El recuerdo

Aún con algunas gotas como muestreo de la lluvia anunciada y concretada en las primeras horas del pasado domingo, algunos motociclistas se acercaron al lugar de reunión, algunos inadvertidos de la suspensión del evento, otros queriendo estar igual allí, para aunque sea ver el monolito que aún permanece cubierto y listo para ser presentado a las 10 de la mañana de este domingo.
Y allí, con su atuendo negro, la campera de cuerpo con el “Botas Sucias” grabado a ropa y alma, encontramos a Rodolfo, motociclista oriundo de General Rodríguez y miembro de la agrupación, quien nos entregaba una semblanza de su sentir hacia la historia de Nélida.
“La conozco de la ruta, de la vida, hemos estado en miles de lugares juntos. Hemos hecho mucha amistad, hemos ido varias veces a su casa de la isla. Tuvo toda una vida arriba de la moto”, decía Rodolfo mientras detenía el motor de sonido característico a los pies de ese monolito que recuerda a “la abuela motoquera”.
“Los últimos momentos ella tenía problemas de salud, entonces para no viajar tanto sobre la moto, pero a la vez no dejar de andar, la subía en una camioneta, llegaba al lugar que quería llegar y los últimos 20 o 30 kilómetros los hacía ya sobre la moto. Es que no la paraba nadie… increíble el espíritu que tenía. Solo que al final un poco dejó porque no podía sostener la moto, pero si hubiera sido por ella, iba igual a todos lados”.
Y con ese recuerdo, también aportaba el sentir propio hacia esta actividad de motos y rutas: “El espíritu que nos mueve es porque la moto es parte del cuerpo, es la satisfacción de encontrarte con gente amiga. En esta pasión de las motos hay médicos, militares, comerciantes, todo tipo de oficio o profesión porque esto nos une a todos, podés venir con una moto de 30.000 dólares como con una de pocos pesos, acá no hay diferencias, la pasión es la misma: subir a la ruta, llegar al lugar y festejar eso”.
Y poniéndose el casco para acelerar nuevamente hacia el asfalto, dejaba estas palabras con sonido de motor: “Ella dejó todo por el motociclismo, fue tan solidaria”.
Entonces, la lluvia que frenó los giros de las ruedas el domingo pasado, esperan que no esté presente este domingo 20, cuando desde bien temprano salgan los motociclistas para ir unièndose en diferentes puntos del camino y llegar en una verdadera y gran “Caravana de honor” al pie de ese monolito que recuerda a la abuela que hizo algo que todos, todos, deberíamos hacer: vivir su pasión, así, a toda marcha.