Foto: Yanil Auce

Por la 18º y penúltima fecha de la Primera B, Flandria recibió el 5 de junio de 2016 en el Estadio Carlos V a Almirante Brown. Y después de un partido trabado pero intenso, a los 40 minutos del segundo tiempo Pedro Sosa le dio el triunfo por 1 a 0. Sin embargo, como Atlanta derrotó 2 a 1 a Platense, el campeón de la Primera B -y el que lograría el ascenso a la B Nacional- se definiría en la última fecha, cuando justamente Canarios y Bohemios se enfrenten en Villa Crespo.

Y después de una semana que pareció interminable, la espera finalmente llegó a su fin, porque ese partido no apto para cardíacos comenzó a las 16.40 de un inolvidable domingo 12 de junio.

El Canario, único puntero con 36 puntos, superaba por dos unidades a Atlanta, que sumaba 34 unidades. Por lo tanto, con un empate Flandria se alzaría con el título más importante de su historia y en el segundo semestre jugaría en la segunda categoría del fútbol argentino.

Frente a frente estaban los dos mejores equipos del torneo, justamente en la última fecha, enfrentándose entre sí. El Canario llegaba con un récord de 11 victorias -fue el equipo que más victorias consiguió-, tres empates y cuatro derrotas. Y si bien tenía tan solo 15 goles a favor, era el conjunto con la valla menos vencida: apenas 9 goles en contra en 18 encuentros.

Por su parte, Atlanta, que acumulaba 10 victorias, cuatro empates y cuatro derrotas, también ostentaba un récord en esta temporada de la Primera B: era el máximo goleador con 28 tantos.

Para ese encuentro clave e histórico para Flandria, la dupla técnica conformada por Sergio Gómez y Favio Orsi confirmó el equipo con un sólo cambio: Lucas Vicente como volante por izquierda en lugar de Agustín Goñi.

Y de entrada, con un 4-4-2 bien definido, Flandria salió a pelearle el partido en mitad de cancha, anulando a Mancinelli y Cardozo y luchando con Altuna y Bellone la posesión de la pelota con Marrone y Rodríguez.

Y en esa lucha, los primeros minutos fueron de estudio, porque Atlanta, obligado a ganar, no lograba hacer pesar su circuito creativo y Flandria intentaba sorprender cada vez que la recuperaba con González por derecha y Vicente por Izquierda. Aunque todo se resumía en centros buscando las apariciones por sorpresa de Zárate o Bueno.

Hasta que a los 23 minutos se escapó por la izquierda Jonathan López y Griffo, con su pie izquierdo, rechazó justo cuando la pelota se metía. Y seis minutos después respondió Flandria con una escapada de Bellone y el remate débil que contuvo Losada sin problemas.

A partir de ahí, la pelota pasó a ser de Atlanta, que sumaba hombres en ataque y llegaba, pero entre Riveros y Mussón, fundamentalmente, y los volantes que se replegaban y colaboraban en la marca, ambos se fueron al descanso en cero.

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En el complemento, Flandria salió con todo, porque adelantó su línea de volantes, presionó en la salida y le ganó la posesión de la pelota a Atlanta. Y cuando apenas se jugaban seis minutos tuvo la más clara, porque la pelota fue de un lado para el otro del área y le quedó al Perrito González primero, a Vicente después, a González de nuevo y finalmente a Camacho. Aunque todos remates fueron rechazados y el último lo contuvo el uno de Atlanta junto al palo izquierdo.

Con el correr de los minutos el juego se equilibró. Aunque Atlanta se adelantaba y el Canario, cuando la recuperaba, salía rápido de contra. En ese contexto, Flandria comenzó a cortar con falta sobre los laterales y el Bohemio empezó a inquietar con centros. Aunque Griffo, muy atento, interceptó todo.

Y del otro lado, el ingreso de Gonzalo Pérez le permitió a Flandria tener mayor recuperación de la pelota y salida más rápida. Y el Canario aguantó con uñas y dientes y el pitazo final envolvió a todos en un abrazo interminable, en un llanto sentido y una felicidad inagotable.

Y así como los flamencos vencieron a los franceses en el Siglo XIV y nació el León de Flandes, así batalló este equipo. E hizo flamear bien alto esa bandera que un belga, llamado Julio Steverlynck, trajo a estas tierras. El mismo que soñó y fundó el club, que de lucha y amor propio sabe bastante.

El equipo de aquella tarde

Flandria formó con: Leonardo Griffo; Diego Sosa, Mario Mussón, Williams Riveros y Andrés Camacho; Alejandro González, Alejandro Altuna, Mauro Bellone y Lucas Vicente; Maximiliano Zárate y Pablo Bueno. Y luego ingresaron Gonzalo Pérez por Zárate, Hernán Pineda por Vicente (F) y Pedro Sosa por Bueno.

Los festejos interminables

Miles de hinchas esperaron al equipo de Sergio Gómez y Favio Orsi en la sede del club. Gorros, banderas, bocinazos, bombos y la alegría de todo un pueblo que esperaba ansioso el ascenso, fueron algunos de los condimentos de una fiesta interminable. Una noche mágica para el recuerdo.

La tarde del 12 de junio de 2016 había comenzado con los nervios típicos de una final en todo Jáuregui, aunque el epicentro de tensión se vivía en la sede de la calle España, porque allí se montó una pantalla gigante para vivir todos juntos el partido entre Flandria y Atlanta en Villa Crespo. Y tras el pitazo final del árbitro Hernán Mastrángelo decretando el 0 a 0, el título y el ascenso a la B Nacional, los hinchas pasaron del nerviosismo al desahogo. Y después a la locura desenfrenada.

A partir de ese momento, las calles del pueblo se vistieron definitivamente de amarillo y negro, mientras que en la sede los fuegos artificiales iluminaron el cielo y congregaron a miles de hinchas que llegaron desde todos lados y se fueron sumando al resto para esperar pacientemente el retorno de los jugadores desde Villa Crespo.

Y ese momento se produjo cerca de las 22. Y la emoción fue total. Abrazos, llantos y los cánticos ensordecedores para recibir a los campeones. Y así continuaron hasta la madrugada. Flandria había conseguido el logro más importante de su historia: el ascenso a la B Nacional. Y como si eso fuera poco, se alzó con su segundo título en apenas un año y medio. No era para menos tanta locura.