En el mundo, más de 1.000 millones de personas con discapacidad -cerca del 15% de la población mundial- viven con algún tipo de discapacidad reconocida, cifra que cada año aumenta debido al progresivo envejecimiento de la población que, con frecuencia, no pueden participar plenamente en la sociedad a causa de barreras físicas y económicas, como así también de prejuicios sociales y falta de oportunidades laborales.

Lo cierto es que alrededor del 80 por ciento de las personas con discapacidad se encuentran en edad de poder trabajar, y en plena sociedad del conocimiento el talento de muchísimas de estas personas es desperdiciado y su derecho al trabajo es con frecuencia denegado.

Lograr construir una sociedad que incluya a todas y todos no es un acto de caridad, ni debe ser visto únicamente como un derecho, sino que debe ser entendido como una convicción del conjunto de la sociedad destinada a superar las desventajas y barreras que se presentan garantizando su participación en los servicios y actividades de carácter general, tales como la formación profesional y la promoción del empleo con apoyo.

Para las personas con discapacidad, el trabajo se convierte en un activo más vital que para el resto, puesto que a medida que ayuda a normalizar su vida, la discapacidad pasa a un segundo plano y comienzan a ser valorados por sus competencias, habilidades y valores, proporcionándoles un entorno de socialización e independencia económica.

Por tanto, garantizar el acceso al mercado laboral de las personas con discapacidad se presenta como requisito ineludible en el camino hacia la construcción de una Sociedad más inclusiva.

Si bien muchas empresas han comenzado procesos de búsqueda para cubrir ciertos puestos de trabajo, en materia de inclusión sociolaboral de personas con discapacidad aún queda mucho por avanzar en una visión más centrada en su talento.

Otorgar visibilidad a la problemática como incrementar la concientización y sensibilización acerca de la importancia de la inserción laboral de personas con discapacidad en el mercado local, debe ser el primer paso para lograr un cambio estructural, donde el foco esté puesto en la capacidad de la persona y no en su condición. La construcción de una Sociedad inclusiva es una responsabilidad compartida.

(*) Juan Manuel Puente es presidente de la Fundación Festival de Arte Inclusivo

 

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