Van y vienen los recipientes, en esos esperados dos días de la semana, con un cargamento además de rico, necesario. Y no solo para la necesidad del físico sino, para apuntalar la certeza de poder sentir un abrazo hecho acompañamiento, cercanía, mirada a la par. Van y vienen los recipientes desde quien cocina y quien se alimenta, en este recorrido de la solidaridad.

Así, hace más de 10 años, Claudia y colaboradores preparan comida que a modo de vianda entregan entre las más de 30 familias que recurren a la ayuda para ni más ni menos que alimentarse. La tarea no es fácil pero resuena como decisión del corazón y, entonces, se realiza.

Con Claudia -referente del espacio barrial solidario- dialogamos desde LUJANHOY para sumar difusión de la actividad imprescindible.

“Si no me equivoco ya estaremos cerca de los 11 años de funcionamiento del comedor. Estuvo sin funcionar dos o tres años por cuestiones de trabajo y de tiempo más que nada, pero volví”, contaba, al tiempo que recordaba que durante un tiempo también habían sumado la actividad de elaboración de facturas desde un taller de panadería social que se había implementado. Y si bien la actividad dejó de realizarse ante las complicaciones de horarios de elaboración del producto -por la madrugada-, sirvió de base para el aprendizaje del oficio para vecinas y vecinos que formaron parte de la propuesta.

“Sigo casi con la misma cantidad de personas a las que se le brinda la vianda, son entre 30 y 35 familias, a veces menos o más, depende la economía que van teniendo porque si están bien dejan un tiempo después vuelven, depende cómo estén pero siempre hay gente a la que ayudar”, remarcaba.

Ayuda con latidos

Y se las ingenia, claro. Ella y quienes la ayudan, porque nada sobra y todo hace falta, entonces con lo que tienen y reciben crean un plato rico de comida para compartir dos veces a la semana.

“La mercadería la recibo del Municipio, fresco y verdura, también donaciones y este año también del Movimiento Evita que me están ayudando así que podemos cocinar dos veces por semana, los vecinos llevan la comida en viandas porque espacio ahora no tengo así que cocino y lo retiran”, detallaba Claudia y solicitaba, desde esta tarea tan de pensar en el otro, qué necesitan.

“Ahora estoy necesitando postres, flan, gelatina o fruta, porque está bueno acompañar la comida con postre para los más chiquitos. Y también como empezaron las clases necesitamos útiles escolares, mochilas, guardapolvos, etc.”, decía remarcando entonces esta urgencia de lo indispensable para que la escuela sea aprovechable al 100% al contar con todo lo necesario.

“En la actividad del comedor somos tres, a veces cuatro cuando está mi marido, Daniel. Débora y Sandra son las chicas que siempre me ayudan”, expresaba Claudia, que viene con este andar solidario que le mueve los días.

“Esto del comedor llegó ya hace mucho, estaban jugando mis hijos mayores con sus amigos, hacía frío y estaban helados, así que los hice entrar y les di una merienda. Después, al otro día querían que le haga de nuevo y así cuando me di cuenta ya tenía como 20 chicos en mi casa esperando su taza de leche. Y desde ahí, arranqué”.

Entonces, allí, en la calle Martín Fierro 1.485, hay una cocina que se enciende no solo para la gente que vive en esa casa, sino para los que se acercan con sus recipientes para llevarse comida y solidaridad.

Y para quienes quieran colaborar, deben comunicarse al (2323) 656899.

Ahí, en esa casa del barrio Americano, hay un menú que se comparte porque hay, sin dudas, corazones abiertos.